Si, aunque nos cueste creerlo, muchas veces nos consideran objetos: es posible que nos hayan engañado durante años, y habernos hecho sentir que somos deseados, respetado, admirados, etc. Todo en falsas sonrisas, en adulaciones, que se vendían como enorme favores, en detallitos que adelantaban nuestros deseos.
¿Cuántas veces hemos considerado, a una determinada persona, la más atenta, la más simpática, la más seductora y servicial? Pero ni siquiera “le vemos venir” Por eso nos negamos a creerla, pero poco a poco, se abren caminos que nos hacen ver la realidad.
Mientras sonreían, no perdían detalles de dónde nos encontraban, quiénes éramos y así nos descubrían. Fuera lo que fuera, algo querían de nosotros. Ansiaban lo que teníamos, o aspiraban a poseernos como “objeto”. Con paciencia, con la calma que sólo brinda una determinada “actuación”, férrea pero constante.
Entonces es cuando nuestro suelo empieza a tambalearse. Al sentirnos alejado, nos puede la vergüenza de reconocer que fuimos manipulados, como simples objetos.
Aún doloridos, incrédulos, hemos de afrontar dos heridas: la de la realidad. Lo que antes teníamos y ya no nos pertenece, y la de alma, Aquella persona que tantas molestias se tomaba en convertirse en “todo”, nunca vio en nosotros otra cosa que un medio para conseguir un deseo que le era necesario. Vacilante, vemos cómo se aleja sin inmutarse, seguro de sí mismo. No éramos nada, no importaba nada, jugaron con nosotros alejándose de nuestro lado, como si fuéramos únicamente la carcasa de un animal ya devorado, que nada tiene de aprovechable. Abatido, nos poblamos de tristeza para convertirnos en seres paralizados e impotentes.
Es la consecuencia de una situación que aún persiste en la idealización del modelo que teníamos del principio, ya que ahora, es sencillamente una representación siempre vacía de un ideal. La situación, pasa por una relación entre los momentos pasados y los presentes. Ante ese mecanismo, se nos crea el hábito de una soledad oscura, encerrada en el yo, solo meditada por aquellas situaciones mentales que tienen solo el poder de la misma realidad.
Y, poco a poco, no hay otra solución, que reconocer el presente y volver a la triste realidad, sin la esperanza del más mínimo reconocimiento.
Meditación: Todas las verdades son fáciles de entender una vez han sido descubiertas; la clave es descubrirlas.
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