Sí, como habéis podido comprobar,
siempre suelo comenzar estos pequeños artículos insertando un pequeño gráfico
en el lado superior izquierdo, el cual siempre pretendo sugerir algo relacionado con su contenido.
Pero
en esta ocasión, siendo el título de una extrema complejidad y a su vez tan
abstracto el desarrollo del mismo, me fue difícil encontrar algo que lo relacionara.
Para ello, se me ocurrió ilustrarlo simplemente con una flor.
Una
vez confirmado dicho gráfico, me limito a desarrollar ese “verse si
encontrarse”. A veces no es frecuente que ocurra el milagro del encuentro. Pero
podemos pasar cerca, incluso estar al lado, en el mismo lugar a la vez, y al
mismo tiempo. Vernos, conocernos, pero no reconocernos. Hace unos días estuve
frente a un edificio, no sé cómo lo reconocí tan pronto, cuando tengo casi la
certeza de que no lo conocía de antes. No fue exactamente por su aspecto,
aunque algo debió influir.
Noté
un aire que me resultó familiar, pero nada habitual. Pero, aunque parezca una
simpleza, me llamó la atención aquel toldo solo en ese determinado piso. Me
preguntaba: ¿por qué no había toldo en ningún otro? Si en todos daba el sol por las mañanas
puesto que su fachada está dirigida al
Este y suele dar el sol por las mañanas. De todos es sabido que un toldo es
para protegerse del sol, pero en esta
ocasión, podría no estar relacionado para la protección del sol.
He
tomado buena nota de la hora y del lugar. Y volveré. No sé, si sólo de vez en
cuando, o quizás siempre que pueda.
De
hecho, a veces tengo la sensación de que retorno en cada ocasión a ese lugar y
espero encontrarlo de nuevo. En ocasiones me inquieta no desear que vuelva a ocurrir, para no estropear
lo que en esa ocasión tubo de irrepetible, y no volver a descubrir, que ni era
así, ni era para tanto. Pero lo más desconcertante es que ni siquiera es
imprescindible que retorne a ese lugar, puesto que dicho entorno ya habita siempre en el
recuerdo..
Evoco
cada detalle, lo puedo describir tan pormenorizadamente, lo encuentro en tantos
momentos, que no estoy seguro de haberlo olvidado.
No
es frecuente que ocurra el milagro del encuentro, pero no es más que una
coincidencia en una situación determinada. A veces podemos pasar cerca de
alguien, e incluso estar al lado, en el mismo lugar al mismo tiempo, vernos,
conocernos, pero no reconocernos. Reconocerse
es más que volverse a ver. Reconocerse es saberse de ante manos con alguien, y
poder encontrarse de tú a tú en un desafío común.
No
acostumbro a volver a leer los artículos ya publicados, pero en ciertas
ocasiones y con motivo de no repetir algún contenido ya editado, me hace volver
a un determinado título ya publicado para no repetir la misma idea.
Precisamente en este, me hizo recapacitar sobre una pequeña frase, que pudiera
interpretarse como una acción despectiva. Me explicaré: la frase en cuestión es
la siguiente: “ni es para tanto” Mi
intención era hacer ver que hay edificios que al salir del portal, lógicamente
tienen una acera, pero algunas tienen a ambos lados unos setos, entre los
cuales pueden cruzarse dos personas, e incluso a pesar de todo rozarse con el
brazo izquierdo, peno no es de extrañar, y
por eso digo “ni es para tanto”, que
en algunas ocasiones, no se reconozcan. De
ahí viene el título de “Verse pero no reconocerse”, (al menos una persona).
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