jueves, 22 de diciembre de 2011

Verse sin encontrarse.


             Sí, como habéis podido comprobar, siempre suelo comenzar estos pequeños artículos insertando un pequeño gráfico en el lado superior izquierdo, el cual siempre pretendo  sugerir algo relacionado con su contenido.
            Pero en esta ocasión, siendo el título de una extrema complejidad y a su vez tan abstracto el desarrollo del mismo, me fue difícil encontrar algo que lo relacionara. Para ello, se me ocurrió ilustrarlo simplemente con una flor. 
            Una vez confirmado dicho gráfico, me limito a desarrollar ese “verse si encontrarse”. A veces no es frecuente que ocurra el milagro del encuentro. Pero podemos pasar cerca, incluso estar al lado, en el mismo lugar a la vez, y al mismo tiempo. Vernos, conocernos, pero no reconocernos. Hace unos días estuve frente a un edificio, no sé cómo lo reconocí tan pronto, cuando tengo casi la certeza de que no lo conocía de antes. No fue exactamente por su aspecto, aunque algo debió influir.
            Noté un aire que me resultó familiar, pero nada habitual. Pero, aunque parezca una simpleza, me llamó la atención aquel toldo solo en ese determinado piso. Me preguntaba: ¿por qué no había toldo en ningún otro?  Si en todos daba el sol por las mañanas puesto  que su fachada está dirigida al Este y suele dar el sol por las mañanas. De todos es sabido que un toldo es para protegerse del sol,  pero en esta ocasión, podría no estar relacionado para la protección del sol.
           He tomado buena nota de la hora y del lugar. Y volveré. No sé, si sólo de vez en cuando, o quizás siempre que pueda.
           De hecho, a veces tengo la sensación de que retorno en cada ocasión a ese lugar y espero encontrarlo de nuevo. En ocasiones me inquieta  no desear que vuelva a ocurrir, para no estropear lo que en esa ocasión tubo de irrepetible, y no volver a descubrir, que ni era así, ni era para tanto. Pero lo más desconcertante es que ni siquiera es imprescindible que retorne a ese lugar, puesto que  dicho entorno ya habita siempre en el recuerdo..
           Evoco cada detalle, lo puedo describir tan pormenorizadamente, lo encuentro en tantos momentos, que no estoy seguro de haberlo olvidado.
            No es frecuente que ocurra el milagro del encuentro, pero no es más que una coincidencia en una situación determinada. A veces podemos pasar cerca de alguien, e incluso estar al lado, en el mismo lugar al mismo tiempo, vernos, conocernos, pero no reconocernos.   Reconocerse es más que volverse a ver. Reconocerse es saberse de ante manos con alguien, y poder encontrarse de tú a tú en un desafío común.
           No acostumbro a volver a leer los artículos ya publicados, pero en ciertas ocasiones y con motivo de no repetir algún contenido ya editado, me hace volver a un determinado título ya publicado para no repetir la misma idea. Precisamente en este, me hizo recapacitar sobre una pequeña frase, que pudiera interpretarse como una acción despectiva. Me explicaré: la frase en cuestión es la siguiente: “ni es para tanto” Mi intención era hacer ver que hay edificios que al salir del portal, lógicamente tienen una acera, pero algunas tienen a ambos lados unos setos, entre los cuales pueden cruzarse dos personas, e incluso a pesar de todo rozarse con el brazo izquierdo, peno no es de extrañar, y  por eso digo “ni es para tanto”, que en algunas ocasiones, no se reconozcan. De ahí viene el título de “Verse pero no reconocerse”, (al menos una persona).
 Meditación: El aspecto exterior pregona muchas veces la condición interior de las personas.

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