viernes, 16 de diciembre de 2011

Soñando al amanecer

Cuántas veces hemos dicho.  “éste es un sitio donde los sueños se pueden hacer realidad a través de la imaginación”. Aunque a todos nos gusta soñar dormidos, y despiertos muchos más, pues en los sueños podemos crear historias diferentes a la real,  viajando por todos los rincones de nuestro ser, buscando y encontrarnos con aquellos que deseamos; tal vez como nos gustaría vivir en realidad. Pero en el mundo actual en que nos encontramos sumergidos, a veces se hace difícil mantener el humor y la esperanza que todos llevamos dentro.
            Las personas que logran mantener sus sueños como visión durante su vida son aquellas que viven por el deseo de triunfo, pero es extraño como sucumbimos al dolor de ver que nuestros sueños son robados, porque a veces son  las personas las que te roban, y destrozan lo que tienes, porque nunca llegaron a comprenderte.
            Debo considerarme dichoso de vivir en un pueblecito del Sur de Andalucía, su belleza y su entorno me hace soñar siempre que paseo por sus exteriores. Las especiales características ecológicas de estos humedales vienen dadas por la influencia del Océano Atlántico y del suave clima del Mediterráneo, todo un bello marco para perderme entre sus “caminos” y a través de sus esteros poder soñar.
            Ver amanecer caminando tranquilamente entre sus veredas, noto que la naturaleza me abraza y me embriaga un poder sobrenatural, al contemplar el “paso” de las distintas especies de aves camino del destino que la Providencia les marca, para buscar el sustento diario. 
Entre sus charcas, predominan garzas, espátulas, chorlitos, cigüeñas, etc., todas comenzando con la tarea de emprender el nuevo día.
            Caminando entre aquellas veredas trazadas por el hombre, y adentrándome en su interior, y entre su variada vegetación observé una pequeña mata la cual culminaba en una bonita flor. Era tan sencilla y al mismo tiempo tan humilde, que ella resplandecía entre aquellas parcelas de salinas, su flor era amarilla con manchas negras, siendo su altura no más de 15 centímetros. Al contemplarla temía que alguien la pudiera destruir al pasar. Posiblemente tendría su nombre; hubiera dado cualquier cosa por saberlo, pero todos sabemos que los nombre en Botánica son realmente difíciles y su denominación es de formación latina. ¡¡Quizás Celestino Mutis, si hubiera estado allí me lo hubiera dicho!! 
            Cada día que pasaba por allí, siempre me paraba para contemplarla, ¡¡era tan bonita!! Sí, bonita; el mejor calificativo que encontré, nada de bella ni hermosa. Simplemente ¡¡bonita!!
            Siempre que la observaba, me venían aquellos recuerdos que todos tenemos dentro, y que se siempre quedan anclados en nuestro corazón y que por mucho tiempo que pase, nunca ya se olvidan,  permanecía durante un rato contemplándola y reflexionando muchos interrogantes, que quizás nunca llegaré a resolver.
            Cierta mañana sucedió lo que muchos día me temía al preguntarme; ¿estará todavía allí? Pero cuál fue mi desdicha, al ver que, desde aquel día había desaparecido. Me aseguré de su justa ubicación y apoderándose de mí una enorme tristeza, sólo pude ver 2 o 3 centímetros de su tallo que aún sobresalía de la madre tierra. Posiblemente algún pajarillo la necesitó para purgarse o algún batracio le sirvió de alimento en la mañana.
            Para aliviar la tristeza que me envolvía, empecé a recordar esta melodía de Felipe Campuzano, compañero de estudio en el Conservatorio “Manuel de Falla” de Cádiz. Dicha melodía mundialmente conocida fue compuesta y dedicada a esta bella tierra salinera, mientras su recuerdo me  servía de consuelo, y mis sentimientos se debatían en confusas reflexiones.             
           

Meditación: Los sueños deben de existir en ti para mantener siempre dentro  la esperanza y lograr ser más de lo que desees, para obtener lo que quieres, y así tratar de obligar a que un milagro ocurra, no a que el milagro te obligué a desistir de él

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