lunes, 11 de mayo de 2015

Mostrarse agradecido.

           No es la primera vez que hablo de esta virtud, la cual es necesaria para andar por esta vida llena de escollos y barreras, que a veces nos hace imposible caminar por ella. Existen personas que para ellos ese dicho famoso de “es de buen nacido ser agradecido” carece de valor. Cuesta tan poco caminar con una sonrisa y simplemente agradecer el más mínimo gesto que hayan tenido contigo, por simple y sencillo que sea.
           Ser agradecido es una cualidad que todos admiramos, (bueno o casi todos) en el carácter de los demás. Para ello no hay razón ni excusa. Tampoco existen edades, nunca eres demasiado viejo para intentar ser positivo y valorar el sentimiento que los demás tienen hacia tú persona. Es un estado fundamental de las personas, practicar ejercicios de gratitud. Sería de buena actitud, que cada cierto tiempo nos tomáramos breves espacios de tiempo y pensar en lo que debes a otras personas, todo lo que has recibido del prójimo y regocíjate con estos momentos de atención y afecto.
            El agradecimiento surge cuando una determinada persona se siente en deuda con otra, por la sencilla razón de haberle producido algún bien personal o quizás le haya prestado algún servicio, del cual se haya beneficiado. Pero, cuántas veces la vanidad nos impide a muchos reconocer el aporte de esos “logros” que los demás un día le alertaron solo por el simple hecho de entender el concepto de la verdadera amistad.
           Uno de los objetivos más destacado para ser agradecido es el desarrollo de la propia personalidad, ser uno mismo, ser libre llevando a cabo su propio ideal de vida, evitando los rencores y sobre todo hacer uso de la vanidad, como anteriormente decía.
            No es frecuente justificarnos con el olvido de los servicios que nos hayan prestado los demás, simplemente, es producto de nuestra mala costumbre de no querer demostrar nuestra complacencia. Sucede a menudo que, mientras esperamos en vano el agradecimiento de esas personas a la que hemos ayudado, o hecho por ellas algún sacrificio, otros por mucho menos conservan por largo tiempo su reconocimiento.
          ¿No sucede a veces que agradecemos el favor ocasional de un extraño pero no damos la importancia al que merecen  las continuas delicadezas que continuamente recibimos de otros? Podría pensar en maravillosas frases de agradecimiento, pero solo una expresa todo el contenido de una acción determinada. ¡Gracias! Decía un conocido poeta: “A mis amigos les adeudo la atención y sus continuas palabras, al desear compartir conmigo, la factura que la vida nos presenta día a día”
           No nos olvidemos de agradecer todo, de decir gracias al menor servicio prestado por quien sea, pronunciando esta palabra sin ninguna entonación, como si estuviéramos cambiando una simple mirada. Por sí sola, esta palabrita recompensa todos los trabajos; repara la frase acaso un poco dura que habíamos dicho anteriormente; equivale a una sonrisa y, a veces, la provoca; haciendo feliz al que la pronuncia y a aquel a quien va dirigida.

 Meditación: Nunca comprenderé como un corazón tan endurecido junto a un espíritu tan frío, pueda estar dotado para la música.

 

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