martes, 19 de mayo de 2015

El poder de la amistad.

             Existe un dicho famoso que dice: ¡quién tiene un amigo tiene un tesoro¡ En fin, de esto, se ha dicho mucho y se pude interpretar de muchas maneras. No es mi intención dar ninguna lección de ética personal, pero sí intento comprender que la verdadera amistad, posee una fuerza curativa a través de sus relaciones afectivas que determinan múltiples beneficios, como puede ser: proteger el sentimiento de soledad, mejorar nuestro bienestar personal, etc.
             Aunque así lo expreso, he de reconocer que la amistad en general, es de una gran fragilidad, es decir; es como el jarrón que cae al suelo y volvemos a reconstruirlo. Por mucho que lo intentemos, ¡jamás será igual! Por eso quisiera añadir, que si buscamos la felicidad en el dinero, la juventud, etc. puede ser que no sea el camino correcto. Pero sí hay un factor que la relaciona directamente con la verdadera amistad. Puede ser que la base de la felicidad y el bienestar son lazos que nos unen a otras personas, puesto que en verdad somos seres sociales y en éste ámbito el poder de la amistad tiene un peso muy significativo.
            Cuando me expreso a la amistad, me dirijo a la amistad sincera y verdadera. A esa amistad que en determinado momento te pueda orientar, con confianza, sobre todo cuando nos hacen ver que nos conducimos por caminos equivocados. De esa amistad que cuando preguntas: ¿qué tal estás?, esperas una respuesta cordial que genera toda nuestra confianza. De la amistad que engrandece cualquier acción, sólo por el mero hecho de compartirla.    
           En la amistad, el ajuste entre sentimientos y pensamientos es algo muy importante y complicado. La amistad hay que cuidarla. Los amigos deben mantenerse en contacto, hablarse, escribirse, pasar ratos juntos. Si no, la amistad se marchita y muere. Hay quienes afirman que una verdadera amistad es incompatible con otras, relaciones. Aunque, es posible que ésta al mismo tiempo sea una sólida y enriquecedora base para el sostenimiento de unos nuevos vínculos. Así la amistad puede tener tantas formas como capacidad para dar lo mejor de nosotros mismos adaptándonos a las circunstancias.
            La amistad cumple una función de apoyo social ya que genera sentimientos de pertenencia y aceptación. Esto incrementa la percepción de apoyo social y sobre todo  de ajuste personal, lo que hace que incida de una manera efectiva a nuestras emociones.
            Estoy completamente de acuerdo con la afirmación de que en cualquier etapa de nuestra vida podemos encontrar grandes amigos, incluso los que llegan más tarde pueden convertirse en imprescindibles y no por eso tienen que venir por interés alguno.
            Al principio hablaba de lo frágil que es una amistad duradera; dicho de otra manera, la amistad debe pasar pruebas continuas, y superarlas no es fácil. A veces, el más mínimo desliz puede romperlo todo, aunque se lleven años de convivencia. Esa amistad que puede unirnos a otra persona, por grande que sea, sólo durará mientras la mente, es decir, lo que pensamos, esté de acuerdo con la mente o lo que piense la otra persona. Al más mínimo desacuerdo en la forma de pensar, la mente se perturba, y la amistad se quiebra, siendo difícil llegar a la reconstrucción.

            Meditación: Todos deseamos tener amigos, pero pocos se toman la molestia de ser uno.

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