¡Cuántas cosas se solucionan con unas
simples palabras! Mi pregunta es: ¿por qué prescindir de ellas? A veces son tan
necesarias, e incluso proporcionan tanto alivio. Es triste pensar que por una
sinrazón, nos veamos carente de esas palabras que nos puedan solucionar una
situación de paz y sosiego en nuestro corazón. No sabría explicarme; unas veces
por miedo, por vergüenza, por pereza, etc. En demasiadas ocasiones dejamos
pasar los días pensando que más adelante nos podamos pronunciar.
Siempre
se ha dicho que tener un amigo es tener un tesoro, porque sólo podremos
valorarlo si conocemos su alma y su espíritu y porque sólo podremos ser
valorados si él nos conoce. En esto consiste la confidencialidad y, cuando esto
se alcanza tendremos un verdadero concepto de su persona. Muchas veces creemos
y pensamos que quizás algún día, o posiblemente más adelante una conversación
sincera pueda efectuarse. Mantengamos siempre, que unas palabras correctas e
incluso un diálogo en un determinado momento, puede resolver un conflicto. Aunque
creamos que habrá tiempo, sólo expresar nuestros sentimientos de forma escueta,
a quienes más apreciamos, apacigua nuestro corazón y nos evita de esas
lamentaciones e interrogantes que se nos presentan ante aquellas oportunidades
perdidas.
En
nuestro tiempo, es muy frecuente decir, ante cualquier sugerencia o ante el
deseo de algún diálogo: “dar la callada por respuesta” cuando no se contesta un
sencillo mensaje, una carta, una llamada telefónica, una consulta, un saludo,
etc., etc. Todo se ha convertido a una costumbre moderna: no responder nada, o
sea ni sí, ni no. Es algo que a simple vista parece no tener sentido, con las
facilidades que hoy ofrecen las nuevas tecnologías para la comunicación.
En
nuestros días solemos dejar muchas conversaciones pendientes, cosas no dichas o
a veces pequeños conflictos no cerrados, dando por descontado que ya tendremos
tiempo de realizar esas conversaciones más adelante, o quizás nunca se lleguen a realizar. Pasan días, meses, años y
es muy frecuente dejar palabras por decir. Reconozco que es lamentable, pero
desgraciadamente es así, sobre todo con personas que mutuamente sentimos
afecto, no pudiendo evitar que la vida gire en otro sentido. No deberíamos
dejar de expresar nuestros sentimientos, porque nunca sabremos cuándo tendremos
una próxima ocasión para poder hacerlo. Tampoco pensar que esas son las últimas
palabras que dirías, puesto que al mismo tiempo producirían mucho dolor.
Regalar
tiempo, regalar compañía, regalar una sonrisa, siempre es agradecido, pero
regalar unas palabras motivadoras a tiempo es el mejor regalo que podemos
ofrecer. La palabra espiritualmente hablando es el mejor regalo que podemos
ofrecer, siempre trae beneficio sentimental. Es más debemos agradecerlas a
quien nos las da, porque de esa manera nos permite desprendernos de ese vacío
que a través del tiempo va ahondando en nosotros. Cuando se “regalan” las
palabras se dan con alegría, se dan sin esperar nada a cambio, sólo por el
simple placer de dar. Pensemos siempre que al regalar las palabras nos estamos
proyectando nosotros mismo como regalo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario