miércoles, 13 de mayo de 2015

El regalo de unas palabras.

           ¡Cuántas cosas se solucionan con unas simples palabras! Mi pregunta es: ¿por qué prescindir de ellas? A veces son tan necesarias, e incluso proporcionan tanto alivio. Es triste pensar que por una sinrazón, nos veamos carente de esas palabras que nos puedan solucionar una situación de paz y sosiego en nuestro corazón. No sabría explicarme; unas veces por miedo, por vergüenza, por pereza, etc. En demasiadas ocasiones dejamos pasar los días pensando que más adelante nos podamos pronunciar.
            Siempre se ha dicho que tener un amigo es tener un tesoro, porque sólo podremos valorarlo si conocemos su alma y su espíritu y porque sólo podremos ser valorados si él nos conoce. En esto consiste la confidencialidad y, cuando esto se alcanza tendremos un verdadero concepto de su persona. Muchas veces creemos y pensamos que quizás algún día, o posiblemente más adelante una conversación sincera pueda efectuarse. Mantengamos siempre, que unas palabras correctas e incluso un diálogo en un determinado momento, puede resolver un conflicto. Aunque creamos que habrá tiempo, sólo expresar nuestros sentimientos de forma escueta, a quienes más apreciamos, apacigua nuestro corazón y nos evita de esas lamentaciones e interrogantes que se nos presentan ante aquellas oportunidades perdidas.
            En nuestro tiempo, es muy frecuente decir, ante cualquier sugerencia o ante el deseo de algún diálogo: “dar la callada por respuesta” cuando no se contesta un sencillo mensaje, una carta, una llamada telefónica, una consulta, un saludo, etc., etc. Todo se ha convertido a una costumbre moderna: no responder nada, o sea ni sí, ni no. Es algo que a simple vista parece no tener sentido, con las facilidades que hoy ofrecen las nuevas tecnologías para la comunicación.
            En nuestros días solemos dejar muchas conversaciones pendientes, cosas no dichas o a veces pequeños conflictos no cerrados, dando por descontado que ya tendremos tiempo de realizar esas conversaciones más adelante, o quizás nunca se  lleguen a realizar. Pasan días, meses, años y es muy frecuente dejar palabras por decir. Reconozco que es lamentable, pero desgraciadamente es así, sobre todo con personas que mutuamente sentimos afecto, no pudiendo evitar que la vida gire en otro sentido. No deberíamos dejar de expresar nuestros sentimientos, porque nunca sabremos cuándo tendremos una próxima ocasión para poder hacerlo. Tampoco pensar que esas son las últimas palabras que dirías, puesto que al mismo tiempo producirían mucho dolor.
            Regalar tiempo, regalar compañía, regalar una sonrisa, siempre es agradecido, pero regalar unas palabras motivadoras a tiempo es el mejor regalo que podemos ofrecer. La palabra espiritualmente hablando es el mejor regalo que podemos ofrecer, siempre trae beneficio sentimental. Es más debemos agradecerlas a quien nos las da, porque de esa manera nos permite desprendernos de ese vacío que a través del tiempo va ahondando en nosotros. Cuando se “regalan” las palabras se dan con alegría, se dan sin esperar nada a cambio, sólo por el simple placer de dar. Pensemos siempre que al regalar las palabras nos estamos proyectando nosotros mismo como regalo.

 Meditación: Cuando alguien se aprecia de verdad y se marcha, también se lleva un pedazo de nosotros.

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