La intimidad no es más que una situación
personal de cada uno, en donde residen los valores humanos y personales, siendo
todos ellos un conjunto de derechos fundamentales para el desarrollo de la
persona y de la familia. Junto a esto, nos creamos un ámbito reservado
interiormente ante los demás, contra las intromisiones y las indiscreciones
ajenas.
Esta intimidad nos
conduce a un conjunto de acontecimientos emocionales que ocurren a través de
nuestra vida y en nuestra mente, siempre junto a comportamientos emocionales,
sentimientos y demás pasiones. Si
estas relaciones personales de las cuales hablaba anteriormente, no son fáciles
de llevar en general, mucho menos serán las que se establecen entre dos
personas que se aman y deciden vivir
juntas, pero al mismo tiempo sobrellevan emociones y contra posiciones de
valores muy distintas. Todo se presenta cuando deseamos establecer una relación
con alguien, aunque lo que más desearíamos es tener una pareja estable con
quien compartir nuestra vida y al mismo tiempo planificar un futuro de a dos.
Si,
el amor, es enviado como el regalo esencial para cada persona. Cuando nos lo
proponemos, bien vemos que todo nace del amor. Pero existen momento que esa
falta de amor genera situaciones complicadas llenas de emociones. Sé que cuesta
entablar relaciones profundas con alguien, pero la sola imagen idílica, nos
provoca, miedo e inseguridad, que al mismo tiempo nos sentimos vulnerables,
solo con el simple hecho de hacernos sufrir. Debemos comprender que el amor y
el dolor lo llevamos anclado en el mismo lugar.
Lo
más preocupante y de peor pronóstico para una pareja es que se haya instalado
el desamor, que se hayan roto los últimos hilos de ese sutil y quebradizo
vínculo que une a dos personas para constituir una pareja. ¿Por qué a veces son
tan complicadas nuestras relaciones? ¿Por qué provocan tanto dolor y
sufrimiento? ¿Por qué se termina el amor? A pesar de que parezca muy difícil explicarlo,
cada vez nos convencemos que, todo esto sucede, en primer lugar porque “el amor
nunca existió”. Muchos dejan de amar porque ya no tienen sentimientos de amor
hacia su pareja. Sé que esto es un enfoque personal y muchos no estaréis de
acuerdo, pero hay que reconocer que los sentimientos surgen como consecuencia
de nuestras actitudes y comportamientos amorosos.
Es importante distinguir entre el dolor y el sufrimiento. El dolor
nos lo trae la vida, siempre estamos expuestos a él, y el amor, como parte de
la vida, implica dolor por los desencuentros, pérdidas, enfermedades, etc. Sin
embargo, no tenemos por qué implicar el sufrimiento propiamente dicho, con el
dolor que nos proporciona el empeño de cambiar la realidad, o las actitudes de
alimentar nuestras heridas.
La verdad es que
no nos queda más que enfrentarnos al abandono, no quedando otra solución que
asumir el dolor en nuestra intimidad que nos produce ese duelo que
irremediablemente hemos ido generando.
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