Es posible que a
lo largo de nuestra vida hayamos dicho: "¡Que feliz sería si no tuviera
tantos problemas!" Sin embargo, este es un enfoque equivocado. Mientras
vivamos, la vida nos presentará inevitablemente problemas para resolver, y el
hecho de ser feliz no está relacionado con la existencia del problema, sino con
la manera en que los enfrentes. El concepto que tenemos de nuestras actitudes
como persona no se basan solo y exclusivamente en nuestra forma de ser. Todo lo
que nos pasa, tanto los éxitos como los fracasos, van en relación con lo que
hemos experimentado en nuestra vida.
Entonces es
cuando podemos comprobar que esos retos son una parte ineludible de la vida. Si
queremos “vivir”, forzosamente tendremos que afrontar los retos que la vida nos
ponga por delante. Aunque no deberíamos entender que eso es un mal
irremediable, sino una oportunidad para podernos superar. Pensemos siempre que
cada reto es una nueva oportunidad que se nos presenta para ejercer un nuevo
razonamiento, que al fin, no es otra cosa que una nueva manera de crecer.
El afrontar los
“retos”, siempre va condicionado a la valoración de nuestras relaciones
sociales, y por supuesto siempre aprendiendo de los fracasos, ya que en
infinidad de veces, éstos nos ayudan a conseguir nuestras metas. Así cuando nos
consideramos persona de baja autoestima, es frecuente que no tengamos ánimo
para afrontar y tomar decisiones. Es en estos casos, cuando necesitamos la
aprobación de los demás, quedando más conforme cuando los demás aprueban
nuestras cualidades.
Cuando tenemos
que afrontar varios problemas al mismo tiempo, lo primero que tenemos que hacer
es jerarquizar los mismos. Habrá algunos más importantes y otros que lo son
menos. Tus recursos no son ilimitados y es probable que, al tratar de
solucionar los menos importantes, comprometas la solución de los más urgentes.
Entonces sería una decisión sabia ignorar aquellos problemas que en el momento
no te son tan importantes.
Estos retos en
general son como la sal de la vida. Podemos verlos como retos y como obstáculos
superables en nuestro camino hacia los objetivos. Al agilizar nuestra mente y
expandir nuestra imaginación, pensemos siempre que los problemas nos educan.
Siempre llegaremos a sentirnos bien, si nuestro comportamiento se corresponde
con lo que los demás esperan de nosotros, aunque siempre sin inquietarnos, si
por algún casual no coinciden.
Las
calificaciones académicas o profesionales no se acaban en un determinado
periodo de tiempo, sino que siempre deben ir superándose hasta el fin de conseguir
una fuerte autoestima que con el tiempo deberán ir moldeándose y profundizando
para conseguir afrontar los retos que la vida nos presenta. Como decía
anteriormente, muchas personas intentan teorizar acerca de vencer los retos a
través de esfuerzos personales, Esta teoría a que muchos enfocan su
convencimiento, a la larga se encuentran sesgada por el condicionante de sus
límites personales, a los cuales no cumplen el rol fundamental a que una
persona pueda vencerlos, sintiéndose incapaz de conseguir el bienestar o
calidad de vida a que pueda enfrentarse ante dichas adversidades.
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