Nuestra vida diaria se convierte no
pocas veces en lo que no deberíamos llamar ratos, ni instantes; sino simples
momentos. Ella nos enfrenta, a veces con esos pequeños espacios de tiempo, que
preferimos olvidar. Porque en un instante, las cosas se complican o quizás
sentimos que el mundo se nos cae encima.
Sin
embargo pasamos por momentos, que poseen
cierto atractivo, aunque
desgraciadamente son más bien cortos. Es entonces cuando nos
preguntamos: ¿y ahora, qué hago? A lo cual respondo: “no tengo nada que hacer”;
es cuando no podemos controlar las circunstancias pero sí nuestros sentimientos.
Siendo entonces cuando necesitamos darnos cuenta que ese es el único camino en
el cual no podemos intervenir. Son nuestras zonas de influencias y las que más necesitamos
enfocar. Solo nosotros podemos elegir nuestra manera de ver las cosas y activar
nuestros pensamientos para alejarnos de lugares negativos y no nos veamos
anclados en situación aún más dañina
para nosotros.
Sin
embargo estos momentos, son determinantes en nuestro quehacer diario, hasta tal
punto que hay quienes saben dulcificarlos cuando esos momentos nos ocurren, e
incluso en tales ocasiones es necesario abrir un ámbito para disfrutar de esos
espacios, estando preparado para cuando
se nos presenten..
Si,
aún recuerdo momentos en mi vida en la cual no podría reconocer mi rostro de
tanto sufrimiento. Todo mi mundo se iba desmoronando y no podía encontrarle
sentido a la vida. Sin embargo, dentro de tanta confusión, elegí vivir y volver
a empezar. Sentí como una fuerza dentro de mí, de la cual aparecían recursos
que me conectaban con acciones para poderme contener y sobretodo resistir.
Quienes
son capaces de otorgar buenos momentos o, mejor aún, de abrir espacios en los
que algo agradable puede llegar a ocurrir, son especialmente sugerentes.
No
siempre nos gustan los estilos de momentos espectaculares, capaces de
improvisar o irrumpir solo buscando momentos apoteósicos. Seguramente
aparecerán en nuestra vida momentos en que creemos que esa tristeza la cual nos
embarga, suele ser eterna. Ante todo, los buenos momentos ni son fáciles ni
frecuentes, ni ocurren con cierta prestancia. Son muy exigentes con las
situaciones, con las circunstancias, ni tampoco se presentan con frecuencias. A
veces cuando menos lo espera, pasan los mejores momentos de tu vida, siendo
tal, que jamás podrás olvidarlos.
Ellos
hicieron volver a sorprenderme a mí mismo, pensando que esos momentos que viví,
nunca jamás podrían haber sido recuperado. Como por ejemplo: la lectura de un
libro, asistir a un concierto, la llegada de una nueva primavera, la
recuperación de aquella amistad perdida, etc., etc.
Hay
quien ni pueden recuperarlos ni tal vez sabrían reconocerlos. Pero siempre
debemos tener espíritu libre, luminoso, y exento de rencores. Los buenos
momentos de nuestra vida son perlas, en lo que uno se reconforta, cobrando
fuerzas y razones para seguir adelante.
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