viernes, 22 de agosto de 2014

Ser agradecido.

           Cuántos de nosotros, cuando muchas de las cosas no funcionan, buscamos un  método particular para que se nos hagan efectivas, como puede ser: la oración, la palabra, el pensamiento, el poder de la visualización, el agradecimiento, etc. Y hablando de ésta última. Existe esa palabra mágica “gracias” que sólo al pronunciarla nos libera de ataduras emocionales y al mismo tiempo nos proporciona una vida más consciente, plena y feliz, y, por qué no decirlo, nos abre muchas puertas. Por tanto ¡ser agradecido!
            El simple hecho de sentirnos agradecido por cualquier cosa de nuestra vida, es también reconocer que las aceptamos tal como vienen. Por eso decimos que el agradecimiento es la base para conseguir la felicidad. En realidad no se trata de devolver favor por favor, ni  regalo por regalo, sino expresar admiración y gratitud por las cualidades humanas de quienes nos honran con sus dones.
            El agradecimiento es una cualidad humana vinculada a la madurez y a la salud psicológica de las personas. La gratitud es un valor fundamental indispensable en nuestra vida afectiva e incluso es un valor que nos conecta con nuestra espiritualidad. Sin duda es un elemento fundamental en cualquier relación y al mismo tiempo una norma social básica que no está de más expresar con frecuencia.
            Desgraciadamente vivimos en una sociedad en la que hay el convencimiento o la creencia de que “somos sujetos de derecho” y por tanto, nos lo merecemos y tenemos derecho a todo, tanto en lo personal como en lo profesional, lo que implica que no tenemos nada que agradecer. Es como si todo lo que los demás hacen por nosotros fuera su obligación, y por tanto no hay nada que agradecer.
           Cuando alguien da las gracias, está provocando que su interlocutor repita esa actitud y aumente la probabilidad de que los demás, en definitiva, tengan un comportamiento beneficioso para el agradecido, generando dinámicas positivas.
            Pero muchas veces somos indiferentes a los detalles de los demás.  Es muy cómodo pensar, “yo no se lo pedí”, si me lo dieron o lo hicieron es porque quisieron. No hace falta agradecer nada, a mí, tampoco me lo agradecen.
            Evidentemente vivimos en una sociedad en la que creemos que el dinero es muestra de reconocimiento, como “hemos pagado” ya no hace falta expresar gratitud.  E incluso a través de cualquier acto, nos decimos a nosotros mismos: “en verdad, yo no le debo nada, no tengo porqué darles las gracias, y además ni le conozco”   
             El agradecimiento no es solo una fórmula de cortesía. Es sobre todo una opción fundamental ante la vida, entendida ésta como un regalo. Debemos ser agradecidos con las personas, pero también es necesario partir de la actitud permanente de estar agradecidos con la vida misma, por la sencilla razón de que es ella la que nos posibilita a todos el sentimiento del amor.
             Acostumbrarse a agradecer hasta las cosas más sencillas y responder con un cumplido o con unas sencillas “gracias” en el momento oportuno, es de simple ética y moral. 

 Meditación: Las acciones más especiales vienen de las personas menos esperadas.

1 comentario:

  1. Nuestra sociedad actual esta marcada por el individualismo y la competitividad. Dar gracias supone salir de esta dinamica y valorar lo que el otro hace dejando a un lado su propio yo. Creo que todos debemos apostar por ello pues no somos merecedores a priori, de nada mas que cualquier persona. Un abrazo.

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