domingo, 10 de agosto de 2014

Nuestro pasado I.

           Cuantas veces creemos cometer errores, y es entonces cuando lo achacamos a fracasos, olvidándonos que las equivocaciones equivalen y forman parte de todo el aprendizaje de nuestra vida. Con frecuencia, lamentamos no haber tenido una infancia más feliz, quizás porque todos guardamos alguna experiencia más o menos dolorosa como parte de nuestra historia.
            Además negamos la posibilidad de reparar todo aquello que sentimos como una asignatura pendiente y que tal vez pueda solucionarse, siempre y cuando se haga para mejorar el presente y no con la intención de borrar el pasado. Es posible que hubiera sido una enfermedad o el fallecimiento de una persona importante en nuestro entorno familiar, el rompimiento de una amistad duradera, o puede que lo que nos hubiera gustado cambiar fuera aquellos conflictos que tenían nuestros padres.
              “Si hubiese hecho, si hubiese dicho, si me hubiera comportado de otra manera o hubiera optado por una opción determinada” En verdad es que echamos la vista atrás y nos culpabilizamos por acciones de nuestro pasado y pensamos que ahora estamos pagando las consecuencias. Sea como fuere, es nuestra historia, y nuestros padres, también tienen la suya.  Deberíamos comprender que nos aportaron lo mejor que tenían y por tanto debemos aceptar que hicieron las cosas lo mejor que supieron y pudieron, llegando esto a reconciliarnos con nuestra infancia.
                Pero el problema no es mirar al pasado y recordar. El problema viene cuando se vive en el pasado de forma continuada. Esto puede denotar un cierto temor al presente, a los desafíos que nos proporciona la vida, ya que si nos anclamos en el pasado vivimos un sentimiento de inseguridad permanente por que conocimos, lo que ocurrió, al sentimos temerosos ante un acoso continuado.
                Otras veces achacamos lo que no nos gusta del presente a situaciones desfavorables que nos ha tocado vivir, y es entonces cuando desearíamos cambiar algunos capítulos de nuestra vida, sintiéndonos culpables de que tenemos lo que nos merecemos y de que no somos lo felices que podríamos ser.
               Cuantas veces quisiéramos actuar de un modo distinto, pero casi siempre repetimos los mismos errores que cometimos con anterioridad. Por eso debemos  reencontrarnos con las heridas del pasado y afrontarlas, en vez de ignorarlas, permitiéndonos de esta forma ejercer con libertad y elegir libremente como queremos actuar en nuestra propia vida.
               Pero si no partimos de esa aceptación satisfactoria y andamos de continuo con la vista atrás pensando en lo que fue y en lo que pudo haber sido, tendremos que plantearnos, si estamos viviendo con una asignatura pendiente.
               Para poder salir de esa rutina del pasado, centrémonos en nuestra vida actual, y  en estos momentos, seamos conscientes de la situación en que vivimos, dejando de dar vueltas a los malos acontecimientos pasados, borrando esa frase repetitiva que nos tortura nuestra mente, como diciendo “si hubiera hecho…”
             Todo ello nos permitirá perdonar, reconciliarnos y valorar los aspectos positivos que hayamos podido desarrollar gracias a nuestra experiencia vivida.

 Meditación: Hay un pasado que se fue para siempre, pero hay un futuro que todavía es nuestro

 

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