Es indiscutible que la principal capacidad de sentir
amor romántico se desarrolla durante la
adolescencia. Los adolescentes de todo el mundo experimentan sentimientos de
atracción apasionados. El amor nos aporta más energía positiva que cualquier
otro estado de ánimo. Incluso en las culturas donde no está permitido expresarse
públicamente, este tipo de sentimiento, siguen estando ahí.
Entonces,
¿por qué reservarlo sólo a la pareja? ¿Acaso pensamos en el amor como romance?
El amor puede tener mil formas y procedencias: un abrazo, una mirada cómplice,
una conversación telefónica, una sonrisa, una palabra amable, etc. Desarrollar
sentimientos románticos y sentirse atraído por otras personas forma parte del
un proceso natural de crecimiento. Estos nuevos sentimientos pueden ser
excitantes y emocionantes
Aunque
para los románticos empedernidos desata un suspiro de alivio, ese amor encierra
un mensaje eminentemente positivo, el cual puede sentirse y disfrutarse dentro
y fuera de la pareja. Las expectativas
del amor, se propagan en todo tipo de cultura. “Amar está al alcance de todos
los días, sin importar nuestro estado civil”
Todos
hemos conocido a personas encerradas literalmente, en una relación que son
incapaces de finiquitar, aun cuando no les satisface. El amor romántico surge
cuando se combinan la atracción y la intimidad. Muchas relaciones se
desarrollan a partir de una atracción inicial y luego evolucionan hacia la
intimidad.
También
puede ocurrir que la intimidad de una amistad evolucione hacia la atracción,
cuando dos personas se dan cuenta de que su relación no es sólo de amigos y que
han empezado a sentir un interés romántico mutuo.
Por
suerte, cada vez más gente entiende al amor considerado romántico como algo
pasional, motivado por nuestras características hormonales, y se habla menos
del alma. La libertad y la pertenencia se entienden a veces que el sexo y el
amor por separado nos conlleva a la atracción que puede llegar a ser efímera.
Este puede existir, pero no por real decreto o por restricciones emocionales.
La
locura del amor romántico, junto con la pasión y la atracción, se atenúan al
cabo de un determinado tiempo. Como cuando ponemos toda nuestra energía en
ganar una situación amorosa, aunque este tipo de pasión es estimulante, siempre
es demasiado extrema para mantenerla eternamente. Si una relación está
destinada a durar, entonces entra el juego la intimidad. Esta intensidad
pasional del principio se puede atenuar, pero es sustituida por u profundo
vínculo afectivo.
Esto
nos llevaría a que lo complejo del amor romántico y sus contradicciones, tienen
más cabida en este modelo, que en una unión posmoderna, que nos integra y nos
regula en un tipo de familia, donde figuran los divorcios como parte de las dos
caras del amor. El amor romántico es una fuente de emociones compartidas que
amortiguan la soledad. De esta forma las personas se sienten en comunidad de a
dos, rearmándose entre los vacíos y antiguos esquemas.
En
definitiva, el amor romántico se ha vuelto a una especie de religión
individualizada, que nos convierte en protagonistas de nuestra propia vida
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