¡Qué palabra más cruel, verdad! Sí, pero
por qué. ¿Es que somos desconfiados?
Desgraciadamente tenemos que reconocer
que por lo general somos desconfiados por naturaleza; desconfiamos de nuestros
amigos, de nuestros compañeros de trabajo, de nuestros vecinos, de los
políticos, y porque no decirlo, a veces hasta de nuestra familia.
Pienso
que los seres humanos desconfiamos hasta de nosotros mismos, porque no tenemos
la seguridad de que somos capaces de realizar lo que nos proponemos. Por tanto
desconfiar de alguien o de algo es cuando no nos fiamos de ese alguien o de ese
algo, que por supuesto no tenemos la seguridad en ellos y por tanto nos produce
ese sentimiento de desconfianza. Sin embargo la confianza se experimenta cuando
comprobamos que nuestras aptitudes son capaces de realizar determinadas
actividades y de cumplir los objetivos que nos proponemos.
Si
lo pensamos, existen determinadas desconfianzas que no son ni buenas ni malas,
el problema se encuentra cuando no podemos elegir en desconfiar o confiar, sino
que somos esclavos de uno de los dos extremos. A veces tener esperanza en que
la gente se comporte de buena fe y de acuerdo a lo que prevemos facilita
nuestras relaciones.
Creer
en los demás y la buena voluntad nos ayuda a sentirnos incluidos en el grupo,
aceptados y reconocidos por lo que somos, y en definitiva a sentir que somos
parte de la comunidad en que estamos. Este tipo de confianza, ¿cuántas
veces nos resulta tóxica y nos provoca
una fuente de conflictos si no nos basamos en la aceptación mutua. Y con respecto a la vida, siempre existe esa
confianza natural, en que las cosas saldrán bien. Es lo que nos hace saber de
forma instintiva que el aire estará siempre ahí para llenar nuestros pulmones,
pensando siempre que el sol saldrá cada mañana por el horizonte
Comprendo
que todo lo anteriormente dicho es muy bonito y aceptable, pero por desgracia,
todos hemos desconfiado alguna vez de alguien, unas veces con cierto sentido y toda la lógica del mundo que nos
rodea, y otras nos hemos dado cuenta del sin sentido de mostrar tanta
suspicacia.
Es
fácil reconocer que las personas con este tipo de problemas suelen ser reacias a confiar de los demás, porque temen
que la información que comparten sea utilizada en su contra. En ocasiones
suelen negarse a contestar preguntas personales diciendo que esa información
“no es asunto tuyo” demostrando significados ocultos que a veces suelen ser
degradantes o amenazantes.
Seamos
sinceros y analicemos quien no ha desconfiado de otras personas alguna vez, o
pensamos mal de alguien, o una mirada, una frase, haciéndonos recapacitar y ponernos
en “alerta” pensando en que aquello no trascienda más allá de lo que intuimos.
Al tener esa pertinaz desconfianza en las personas hace que no
nos desarrollemos emocionalmente y pueda convertirse en una obstrucción para
nuestro futuro y sobre todo para el transcurrir de nuestra vida. La base fundamental
en una amistad debe ser; comprensión, confianza y sinceridad. Sí; tendremos
altibajos, pero de eso se trata en las amistades, de superar los obstáculos
juntos. Para evitar la desconfianza, lo ideal y más recomendable, es tratar
siempre de mantener una sinceridad clara con la persona con la que mantenemos
una duradera amistad.
Meditación:
La amistad termina donde la desconfianza empieza.
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