viernes, 1 de agosto de 2014

¡Esos deseos!

          Aunque mucho de vosotros crean que me refiero a cualquier tipo de deseo que durante la vida nos apasione caprichosamente, pocos piensan que hago mención a la existencia de ese segundo deseo que todos apetecemos. Posiblemente se trata de otro tipo de deseo, adormecido, que puede despertarse en cualquier momento, siempre y cuando, nos señale la experiencia y nos sintamos motivado a ello.
           A veces nos sentimos sin energía, sin motivación, sin entusiasmo, es como si la vida no tuviera sentido. Cuando nos sentimos así, es posible que dicha situación sea debido a que algo no marcha bien, y deberíamos descubrirlo a través de ese “deseo”.
            Otros se dan cuenta de que su febril “deseo” está fuera de la sincronía en relación con el deseo de su pareja, o si no tiene pareja, un alto deseo puede resultar frustrante. Si puedes, y así lo deseas cambia tú libido con algunos cambios sencillos, siempre con tu estilo de vida. Pero debemos pensar, que un alto “deseo” no es necesariamente un mal impulso, siempre que puedas encontrar la manera de hacer funcionar  tu vida.
             Si se complementan estos motivos, a menudo podremos despertar el “deseo” con tiempo, imaginación y ganas. Es muy cierto reflexionar así, aunque parezca esto un juego de palabras: “Cuando la puerta de la felicidad se cierra, otra se abre, pero algunas veces miramos tanto a aquella puerta que se cerró, que no vemos la que se ha abierto frente a nosotros” Pero, ¿cuántas veces no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, aunque también es justo reconocer que no sabemos lo que nos hemos perdido hasta que lo encontramos.
             Nuestro cuerpo es algo personal, particular y propio. Este debe ser integrado en el conjunto de la personalidad. Por eso es clave el tratamiento que cada persona da a los deseos que va almacenando en su interior. Si me explico en otros términos, podemos decir que el acto sexual auténtico, verdadero, es simultáneamente físico, psicológico y espiritual. Las tres formas participan directamente en esa íntima sintonía y al mismo tiempo misterioso, que culmina con la pasión de dos seres que se aman.
           Hoy afortunadamente, la mujer no busca un varón que la mantenga por el restos de sus días, busca sencillamente un hombre que le llene emocionalmente y sexualmente.
           Así, bajo esta dinámica, los problemas de “deseos” adquieren una especial importancia.
           Es digno en estos casos, prestar atención al alto grado de estrés al que las personas se ven sometidas en su vida cotidiana y a la falta de tiempo. Para muchas parejas todo suele estar programado, incluso el disfrute sexual, siendo esto un gravísimo error, el cual se acredita al poco tiempo de ponerlo en práctica.
           Nuestra propia sexualidad encierra tanto misterio en sí misma y acumula tanto romanticismo en conocer un cuerpo nuevo, que en realidad no es necesario añadir nada más a nuestras dudas.

 Meditación: Hay quien tiene el deseo de amar, pero no la capacidad de amar.

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