Es difícil de comprender, lo que la vida
nos augura; nunca estamos seguros lo que
es el futuro. ¡Nunca te lo imaginas! Lo malo de esperar algo, es que tiene que
llegar. Es como una sensación que nos invade, y cuando nos llega, encontramos
el vacío, la desilusión, la pérdida de aquella amistad que siempre creíste que
jamás la perderías. Es entonces cuando sentimos el fracaso, la decepción, el
desánimo y la rabia.
Si,
la rabia, porque aún no encuentras los motivos de esa acción tan inesperada que
al cabo del tiempo no llegas a encontrarle una explicación razonable. Al final
deberíamos tener razón a aquello de vivir el día a día sin nunca esperar nada,
sin deseos, sin riesgos, sin proyectos ni planes. En definitiva no pensar en
nada, es como un regalo inesperado.
Es
como un viaje del que nada espera, o de una persona de la cual ya jamás sabrás
si existe. ¡En la vida todo es inesperado! A veces lo que esperas es peor si lo
comparas con lo inesperado. La razón por lo que aún nos aferramos a la
esperanza es que lo que esperamos, es lo que nos mantiene en pié, esperando
siempre una explicación
Nadie
crece pensando si su vida saldrá mal. Todos creemos que nos irá bien, y desde
el día que esperamos en esa creencia, cuando se desvanece, no le encontramos
ningún motivo razonable. Pretendemos aferrarnos a la esperanza que algún día
llegará esa explicación, por mucho que sepamos que es muy difícil de conseguir.
La mayoría de las veces somos conscientes de que es casi imposible, siendo la
única razón por la cual acudimos a la esperanza, a pesar que jamás podamos
comprender lo inesperado de aquella determina acción.
Los
caminos de nuestra vida lo marcamos nosotros mismos, e incluso sin darnos
cuenta, tomamos decisiones o hacemos algo que nos lleva por el camino
inesperado.
Nunca
dejamos de sentir ese momento. Es lo que nos proporcionan las cosas agridulces, pero como dije anteriormente, la
vida sigue, y aunque el tiempo lo borra todo, siempre lo inesperado se mantiene
en el subconsciente.
Quien
haya perdido “algo” cercano entenderá de qué hablo, reconocerá los síntomas
enseguida, y se sentirá identificado. En mi caso creo que pese a la negación
inesperada a través del tiempo, es difícil hacerse a la idea de poder
entenderlo. Nunca se deja de sentir esa pérdida, cómo decía antes, pero la vida
sigue y el tiempo no borra todas las heridas, pero sí las suaviza, intentando
comprender una razón explicable o al
menos, que aquello que el tiempo nos presentó, es lo que inesperadamente
desapareció.
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