martes, 10 de junio de 2014

Ser humilde "no se lleva"

            Y es cierto, ser humilde parece que no nos gusta. Parece que es cosa de pobre, de “poca cosa”, de sentirnos inferior ante los demás… hoy interesa demostrar que tenemos, que poseemos, que somos, que sabemos, etc. Santo Tomás nos dice “que la humildad y la sabiduría se encuentra en el hombre en tanto que la humildad dispone a la sabiduría.
             Por tanto, podemos deducir que el hombre humilde posee los conocimientos necesarios para actuar correctamente y elegir la mejor opción entre diferentes alternativas. La principal muestra de la humildad es el desinterés; es sentirte satisfecho por el acto que estás haciendo sin esperar nada a cambio. Una persona sin necesidad de un agradecimiento, muestra siempre actos de humildad. Cuando admites que puedes haber cometido algún error en tus acciones y a continuación haces un gran esfuerzo para demostrar que estuviste mal, eso es un acto de humildad. Aunque parezca mentira, eso demuestra una gran fortaleza de carácter.
             La humildad no es un concepto, es una forma de conducta, un modo de ser, un modo de vida. Es una de las virtudes más noble del ser humano. Los que carecen de humildad, carecen de la base esencial para un continuo progreso. Si poseemos un gran cúmulo de cualidades sin humildad, podríamos decir que tenemos un cuerpo sin alma.
             La vida está compuesta por una sucesión de retos y no de problemas. La diferencia entre quien triunfa y quien fracasa no es el número de obstáculo que encuentra sino la actitud ente esos obstáculos. Es decir, es la sabiduría de aceptar nuestro auténtico nivel evolutivo. Sin embargo si provoca alguna alteración en nuestra actitud personal, no puede ser considerado como poseedor de humildad.
            Así podríamos decir que cuando algo nos cuesta solemos dejarlo a un lado. Las dificultades no queremos tenerlas Vamos pasando por la vida procurando realizar en menor esfuerzo, diciendo: “no están los otros; que lo hagan ellos” o “para qué lo voy hacer si no sirve para nada”. Reconozcamos que nos cuesta sacrificarnos. Humildad es sacrificio. Realizar aquello que nos cuesta y a veces no nos gusta, pero sabemos que por el hecho de hacerlo ya realizamos un bien. Gran parte de sentirnos humildes consiste en aceptar que cometemos errores. Pensemos siempre que todos cometemos errores y así nos quitaremos un peso de encima.
            Analicemos que cuando las cosas nos van bien es obvio que queremos lucirnos y recibir todo el crédito posible para parecer la persona más grandiosa en la faz de la tierra, aunque reflexionando, no es necesario que actuemos así. Mirado desde otro punto de vista la humildad y la marca personal, andan siempre cogidas de la mano en una relación de equilibrio inestable como la mayor parte de las cosas importantes de la vida.
            Por eso si el objetivo de nuestra marca personal es ser la opción relevante, el de la humildad es el de no vanagloriarse por ello. Decía al principio que la humildad es una muestra de aceptación de nuestro comportamiento, pero nunca una resignación. Si aceptamos la humildad como un defecto, ésta nos impedirá hacer posible nuestros logros. Es decir; éste es el grado más alto de la humildad, porque más que superarnos a través de los demás se trata de vivir la caridad, sencillamente vivir con amor.
 Meditación: La primera prueba de una gran persona, consiste en su humildad.

2 comentarios:

  1. Creo que esta virtud puede ayudar a comprendernos mejor no sólo a nosotros mismos, sino también a los demás con sus aciertos y errores. "El qué esté libre de pecado, que tire la primera piedra". Un abrazo.

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  2. Gracias por tu comentario: saludos cordiales.-

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