Nuestro interior nos reprime, nos
aconseja e incluso hasta nos reprocha… nos descubre muchas cosas curiosas,
interesantes y sorprendentes. Cuando se realiza un estudio de nuestro interior,
vemos cosas que a veces son sumamente afectivas, y no llegamos a entender. Una de ellas es la confusión de
nuestras circunstancias, a través de las cosas que nos ocurren y de las
situaciones que vivimos. Éstas no son otras, que las contradicciones que hay en
nuestro interior. El desequilibrio que pueda aparecer de estas situaciones,
depende de la estabilidad emocional de cada persona.
Cuando
nos estabilizamos interiormente, es como si nos quedáramos con la mente y los
sentimientos atrapados en el pasado y nuestras actuaciones, siempre estarán
rígidas en gran manera por las experiencias que en su tiempo nos marcaron y no
pudimos superar. Si nuestra mente no está enfocada hacia el futuro, nunca
llegaremos a sentir “esa voz”. Es por esta razón por la no debemos estar
siempre apuntando al pasado, ya que siendo así,
estaremos aprisionados y sin ninguna utilidad para construir un nuevo
porvenir.
Tendemos
a movernos entre dos extremos, o somos de nosotros mismos o somos inseguros. Es
un proceso que avanzamos a medida que vamos creciendo, en el que nuestro
carácter, nuestro entorno va forjando la manera en que nos vemos y nos percibimos.
Así me pregunto: ¿Acaso, la seguridad es una cualidad que está fuera de
nosotros? ¿O por el contrario es una sensación interna a la que hemos de saber
acceder dentro de nosotros mismos? La capacidad de conocernos con certeza, cómo
quienes somos, y lo que deseamos es lo que determina nuestra seguridad para
poder actuar en la vida.
Los
cambios se experimenta normalmente cuando sobrevienen circunstancias distintas
de las habituales, porque son las que con mayor probabilidad pueden conducirnos
a la necesidad de plantearnos una modificación de nuestro patrón de vida.
Una conversación sincera con un amigo
de toda la vida, un proceso introspectivo que nos confirma la necesidad de
cambiar, la muerte inesperada de un ser querido, etc., son muchos los factores
que nos favorecen a que pongamos en cuestiones algunas de nuestras convicciones
o costumbres.
Esta
instancia de la mente humana se modifica con el paso de los años, pero eso no
quiere decir que la evolución sea positiva. Algunas personas se las ingenian,
para no quedar aplastadas por la vida, y en ese punto saben qué hacer con su
propio interior.
Las
personas que consiguen realizar grandes cambios y sobretodo de forma
satisfactorias, lo han hecho a base de romper hábitos y creencias que les
impedían evolucionar en la dirección deseada. Aunque es frecuente que la idea
de cambiar sea una obsesión profunda que nos permita aletargarnos esperando el
momento para emerger. Pero no siempre es así. La creatividad humana es
insondable y una persona pensando y reflexionando puede llegar muy lejos si se
lo propone.
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