sábado, 21 de junio de 2014

Apreciar los momentos.

             Siempre en la vida existen buenos momentos que merecen la pena disfrutar y cultivar una y mil veces si fueran necesarios. Por suerte, los seres humanos tenemos la gran oportunidad de saborear desde el momento presente, vivencias que quedaron lejanas en el tiempo, pero que con solo un recuerdo, los hacemos actuales y nos llenan el alma de vida. Es sencillamente la vida del pasado que a veces nos pide a gritos volver al presente. Estos momentos nos hacen transformar el curso de una vida o de una relación.
            Cuando conocemos a una nueva persona, los primeros instantes resultan clave, todo son parabienes y condiciones abiertas y afectivas. Esa impresión que dura un instante deja a veces una impronta para siempre, aunque con el tiempo desaparezca.
           Es decir, continuamente centra tu atención en poder revivir si fuera preciso con frecuencia todo lo bueno que ronda por nuestra cabeza. Recordando esos buenos momentos desearíamos hacer realidad esas imágenes que sobre nuestra mente circundan
           El propio contacto con la naturaleza nos hace también suponer entrar a través del silencio en esos momentos tan propicios reflexionando sobre la propia vida. Pero; ¿qué es lo que hace que muchas veces en nuestra vida, incluso durante el mismo día, no sepamos apreciar todo lo bueno que todos esos momentos nos ha generado a base de esfuerzos y pequeñas adversidades, haciéndonos caer en el más absoluto del olvido?      
          Todo momento incluye la posibilidad de cambio. Un momento no es un instante insignificante, sino algo de la mayor importancia y transcendencia
          En algunos momentos de nuestra vida  nos surge esta pregunta, ¿Por qué actúo así? ¿Tengo justificación para ellos? ¿Cómo puedo permitirlo más tiempo? Sin darnos cuenta nos convertimos en nuestro propio enemigo, nos maltratamos que con nuestra forma de actuar maltratamos a otras personas. Sin darnos cuenta todo es producto de la rabia y el enfado que tenemos hacia el “otro”, a sabiendas de que no se lo merece. Es aquí cuando tomamos decisiones, cuando pensamos y nos damos cuenta de nuestros errores y de nuestros aciertos; y de que encerrarnos en decir que “no”, no siempre es la mejor opción.  Nunca sabremos si esos seres que tanto nos aprecian estarán toda la vida con nosotros, pero una cosa si es cierta, la soledad siempre nos acompañará y ella siempre nos dirá la verdad. Es por ello, que debemos aprender a disfrutarla. Toda la vida la llevaremos dentro, así que más vale cuidarla.
          Algunas experiencias del momento presente pueden durar solo diez segundo, o quizás solo uno, (lo que dé en reconocer un rostro familiar). Lo mismo ocurre cuando nos miramos a los ojos. Cuantas veces lo hacemos y parece que nos dura una eternidad.
         Tras haberlo meditado nos daremos cuenta de que hemos encontrado un poco más de aquella sinrazón. Por ello, siempre es bueno dedicar un poco de tiempo a tus pensamientos internos, a tus pesares, alegrías y a tú soledad. Nunca te encierres en tu mundo, creyendo que siempre llevas la razón, equilibra la balanza, pues tan bueno como la soledad, es la compañía; y a ninguna hay que temer.

 Meditación: Los amigos son como las estrellas, no siempre podemos verlos pero siempre están ahí.

 

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