sábado, 25 de febrero de 2012

La flor encontrada.

            Sí,  creo que sí; fue  por el mes de Diciembre cuando escribí un artículo, en el cual describía como en mis paseos matutinos por las Ronda de los Esteros, veía una pequeña flor. Era realmente bella, preciosa, aunque yo la denominé sencillamente ¡¡bonita!! Aunque no sé porqué, la califiqué con ese apelativo, para mí era así ¡¡bonita!! Es posible que alguien la considere de otra forma, aunque el hecho es que sus colores amarillos por la parte superior y casi negro en su formación inferior, me hacía ver en ella algo especial.
            Al mismo tiempo notaba ver algo más que una flor, incluso podía imaginar que de su delicada estructura pudiera desprenderse de su interior, algún cúmulo de atrayentes estímulos. Aparte de su delicada belleza, emanaba de ella una continua atracción. Quizás eso fuera lo que me hacía ver en ella, no solo su belleza, sino es posible unos profundos simbolismos que expresaba una sensibilidad que procedía de su propia naturaleza.
            Y ahora me pregunto: ¿realmente yo estaba allí? o, era producto de un sueño. Era Diciembre, y haría mucho frío, entonces dudo que pudiera pasear a esas horas tan matutinas por esos humedales. Si; -pudiera ser un sueño, puesto que el título era “Soñando al amanecer” y  a veces las cosas que se ven soñando, quedan clavadas en nuestro interior, siendo difícil apartarlas de la realidad.
            Al final comprendí que aquello realmente, fue un sueño y que jamás podría encontrarme con aquella ¡¡bonita flor!! Pero las circunstancias, hace que la vida gire de determinada forma, y por casuales circunstancias me encontré lejos de mi residencia y apelando a otro artículo también publicado por mí, allá por el mes de Noviembre, el cual se definía  así: ¿Tenemos un sexto sentido? comprendí como si en mi interior “alguien” me dijera, ¡aquí puedes que la encuentre! Entonces, confiando por ese presagio, y guiado  por un  destino incierto, caminé como conducido, con una inexplicable certeza de que por allí podría encontrarla.
            Cuál fue mi sorpresa al ver que al divisarla de lejos, dije; Sí; ¡esa era la flor que yo veía en mis sueños! Me turbé un poco, al comprobar que efectivamente pude encontrar   la flor con la  que soñaba en la Ronda.
            En esos momentos era tal emoción que me embargaba que no llegué a comprender que una sencilla flor nunca podría reconocerme, pero yo la veía tal como era, sencilla, pero ¡¡muy bonita!!
            Quise tocarla, pero pronto comprendí que,  ese tipo de flores tan delicadas es mejor no tocarlas, podría marchitarse y desistí de mi intención, pero al mismo tiempo pensé: ¿por qué no, una leve caricia? Así que me acerqué cuanto pude, y le acaricié su “pétalo” izquierdo con un leve roce.
            Para terminar, sólo decir, que hay sueños que pueden hacerse realidad y es cierto que a veces tenemos un sexto sentido.
            Hoy me complace sólo pensar que el esplendor de su éxito, en parte radica en  mi pequeña aportación y, esa pequeña flor, llevará siempre encima una caricia mía, aunque ella, por el hecho de ser “flor”, nunca la pudo apreciar.

Meditación: Siempre hay flores para el que desea verlas.

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