Cuando soñamos,
cosa que no se nos da con frecuencia, se nos aparece un impulso o intuición de
hacer aquello que durante mucho tiempo estuvimos pensando, a pesar de que lo
vemos de diferente manera, y sobre todo ante un aspecto de libertad, viendo que
tenemos unas posibilidades de elección que en la vida real no podemos escoger,
ni siquiera se nos permite asumir las consecuencias.
Nos
transportamos a tiempos y lugares remotos; lugares donde en nuestra vida real
jamás pudiéramos pensar que llegáramos. Así a través de todos estos
mecanismos, prodigiosamente organizados
y sin saber cómo, nos permiten abrirnos a un mundo de libertad a través de los
sueños. A veces tenemos la sensación de
poseer un conocimiento profundo que daría sentido a toda nuestra vida,
conocimientos que olvidamos al despertar o que nos parecen incoherentes. Son
momentos en los que la intuición se vuelve una herramienta fundamental. Es la
voz en tu interior la que te guía a una dirección determinada, la que te
susurra al oído “esto no es lo que quiero”, o “esto es lo que de verdad deseo”.
Aunque sin saber de qué manera tenemos
la sensación de poseer un profundo conocimiento de estar “dentro” de ese sueño que
vemos que nos da un nuevo sentido a nuestra vida.
Ante
el transcurso del sueño nos predisponemos a una lectura sosegada de todo
aquello que vamos “viendo” sintiéndonos treméndamente relajados, el cual vamos
siguiendo órdenes de nuestra mente. Así decimos que a veces, los sueños nos
proporcionan un conocimiento real, o quizás una visión de un futuro que es
posible que acontezca en realidad. Si al
levantarnos observamos que todo lo recordamos, es posible que sea un “puente”
de conexión entre el inconsciente y el consciente. De esta manera el alma emplea
ese “puente” para decirnos lo que necesitamos saber. Quizás a través del sueño
sea posible entender el estado de nuestro cuerpo y que actividad puede influir
en nuestros pensamientos. Desde esa perspectiva podemos intuir que nuestro
cuerpo está dividido en mente y cuerpo, y que a través del sueño ambos actúan en completa libertad, viéndolo todo
sin ataduras.
Cuantas
veces pretendemos comprender la llamada de “ese sueño” sobre todo cuando es
agradable o cuando se nos presenta como un “regalo” en nuestra vida viéndonos correspondido
con ese “regalo”. Sin embargo otras
veces no es tan fácil, porque lo que llega, se percibe por una falsa
interpretación, convirtiéndose entonces en una auténtica pesadilla. Por eso
cuando el alma llama con intensidad, eso indica que el “regalo” que trae, tiene
un gran valor y merece haber esperado tanto tiempo.
A
través de los sueños nos embriagamos de afecto, de amor, de amistad, etc. Y aunque
éstos no eliminan la soledad, la hacen soportable. Así decimos: “con los sueño esperamos ese
momento y ese momento no acaba de llegar”. En ocasiones ese sueño nos
desalienta ante la imposibilidad de conseguirlo, aunque comprendamos que sin
los sueños la vida no sabe a nada.
Meditación:
Los sueños son tan importantes, que nada se hace sin que antes se imagine.
No hay comentarios:
Publicar un comentario