viernes, 12 de octubre de 2018

Algo se derrumba.

No sé si a algunos de vosotros os ha pasado esto alguna vez. Sucede, que aquello que era imprescindible deja de serlo de repente. Así sin solución de continuidad. Un día ya no interesa aquello por lo que el día anterior casi hubieras dado tú vida. No es la sensación de una renuncia. No, es justo lo contrario: un día sencillamente, uno mismo se sorprende de la falta de pasión por algo que nos sucede, hasta aquello que, casi un instante formaba parte de tus ilusiones.
            Es como si en vez de ser la persona la que prescindiera de las cosas, fuera las cosas las que nos abandonan, es realmente un abandono indoloro, puesto que uno se queda estupefacto por ese repentino vacío de interés, mientras en verdad, resulta que no era para tanto, que se puede vivir perfectamente sin eso. Y eso que se desvanece pueden ser objetos, personas, gustos, costumbres; en verdad absolutamente de todo.
            Este fenómeno forma parte de algo mucho más profundo. Quizás se deba a que ya hemos andado mucho por el camino de la vida y nos convertimos en un espontáneo filósofo que observamos el mundo con la aceptación y, la distancia de quien se va, se hace cada vez mayor. Un mundo en el que casi todo va valiendo menos. Aquella amistad tan genial, ya no le encuentras genialidad por ninguna parte, o es ese hobby al que dedicábamos horas y horas a la semana ha hecho mutis por el foro.
            Y lo más emocionante, por llamarlo de algún modo, son que esos repentinos desintereses no son previsibles. Nunca sabremos que pueda ser lo próximo que nos abandone. Si me propongo encontrar alguna lógica a esta desbandaba no la encuentro, porque no es solo lo superfluo lo que se desvanece, sino también lo fundamental.
            En los “adioses” siempre debe haber orden, lógica, sensatez, etc. Eso lo dicen los actos y las personas. Ante esto no tengo nada que objetar, simplemente es la razón la que a veces no cuenta, aunque aquellos fueran tiempos sumamente importantes en nuestra vida. Suelen ser momentos en que la armonía que teníamos se rompe. Es como un rompecabezas en el que una pieza no encaja bien ¿Qué ha ocurrido?, ¿Por qué de repente todo se vuelve en nuestra contra? Aquellos pilares fuertes y seguros, se convierten en débiles llenos de grietas. Mis estimados amigos, no debemos rendirnos, ni siquiera cuando perdemos la confianza en que todo volverá a ir bien. Aunque tu mundo esté hecho trizas, recuerda que rendirse no es una opción. ¿De verdad quieres abandonar antes de intentarlo? No esquives el tema, ¡desahógate! Este es el primer paso a afrontar, para que nada se derrumbe.

Meditación: Una flor se marchita, un castillo se derrumba, la verdadera amistad se conserva hasta la tumba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario