Siempre
encontramos frases como: “tenemos tiempo para todo” o “mañana será otro día” y
es cierto, ya que de ante manos nos anteponemos a un tiempo para realizar todo
aquello que nos proponemos. Todo está en las decisiones y sobretodo en la
presteza con que no la tomemos. Cada vez que nos planteamos un objetivo, por
mucha o poca relevancia que éste tenga sobre nuestra vida, lo intentamos en
base a un proceso racional: tomando para ello decisiones basadas en un análisis
subjetivo pero casi nunca a una realidad actual, y sin ningunas pretensiones de
desarrollo personal. Nunca pensamos que la racionalidad siempre debe estar atribuida
muy por encima de lo más inmediato.
Para ello
creemos que es fácil aprender a desenvolvernos de forma inmediata e
independiente, y de esa manera afrontar nuestras propias responsabilidades en
el tiempo. Sin embargo, vamos cumpliendo años y no siempre significa que
llegamos a convertir nuestros propósitos a pesar de nuestra madurez, debido a los trastornos que
se nos presentan, afectándonos como dependencia emocional
Hacernos
responsable de uno mismo, esa es una gran aventura que empieza en la adolescencia
y termina con la muerte, en definitiva es una cuestión que cuesta aceptar hasta
que nos damos cuenta que siempre estamos solos en los momentos cruciales de
nuestra existencia. Pensemos siempre que existen “líneas” en nuestras vidas que
siempre tenemos que cruzar, antes o después, simplemente para poder desplegar
todo nuestro potencial y no quedarnos anclados ante una vida empobrecida e
insatisfactoria.
Desgraciadamente
vivimos inmersos en la época de las prisas, donde todo se necesita con urgencia
y tenemos escasas oportunidades para profundizar en todo lo que nos rodea. Es
la época de la tecnología, de la informática y de la comunicación, pero muchas
veces tampoco logramos comunicarnos de forma adecuada, debido a que no
dedicamos espacio para el diálogo, siempre decimos: “todo está informatizado” y
con eso creemos elevado nuestro nivel de competitividad; haciéndonos ver
nuestro nivel de exigencias… Sin embargo, a pesar de todo esto, nos sentimos
esclavos de nuestras responsabilidades, y nos hacemos dueños de nuestro tiempo.
A pesar de todo, es cierto que a través de nuestro entorno se nos ofrece una
condiciones idóneas que podríamos alcanzar una serenidad estable, sin embargo es
muy probable que dicha serenidad tenga
que depender más de nosotros mismos que de los estímulos externos.
Analizando
nuestro estado personal, observamos que debemos y necesitamos administrar
nuestro tiempo de acuerdo a nuestras necesidades. Y lo que a veces pueda ser adecuado para una persona,
puede no serlo para otra. La cantidad de estrés, insatisfacción o problemas que
tenemos, puede ser una señal de la mala utilización de nuestro tiempo. El
conocimiento de nosotros mismos, de nuestros valores y creencias personales, siempre
nos ayudarán a tomar las decisiones adecuadas cuando distribuimos nuestro
tiempo, en las diferentes áreas de nuestra vida. El problema está en que con
frecuencia no reconocemos dichos valores y creencias, lo que repercute de manera
negativa en el logro de nuestras expectativas.
Es inevitable
que nos demos cuenta de que toda nuestra existencia, depende de lo efímero de
nuestra vida, y por mucho que la prolonguemos, jamás podremos llevarnos más de
la responsabilidad que cada uno haya compartido en este mundo, siempre con el
compromiso pleno de una vida vivida dignamente, como nos exige el día a día
Meditación: La vida no se ha hecho para comprenderla, sino para vivirla.
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