martes, 9 de febrero de 2016

La compasión.

           Deberíamos entender que muchos confunden la compasión con los  sentimientos de aflicción, aunque es difícil distinguirlos claramente. En primer lugar es necesario serenarnos; sí, serenarnos. Vivimos aprisa; con tantos problemas, que apenas apreciamos la vida que pasa por delante de nosotros. Debido a que muchos a veces confunden la compasión con los sentimientos de aflicción. Podríamos evitar esa “carga personal” u obligación si aprendemos a sentir empatía sin involucrar nuestros propios miedos, apegos o quizás aquellas tristezas que no conseguimos resolver.
          En definitiva la compasión es el acto de querer aliviar el dolor de alguien que sufre. El resultado de ser tremendamente compasivo, está muy unido al padecimiento de una depresión crónica. Otros temen que los vuelva sentimentalmente ingenuos o que dicha actitud les impidan ver a los demás con claridad o de forma realista. A pesar de todo existen diferentes maneras sanas para aumentar nuestra compasión, puesto que las preocupaciones no tienen por qué inhibirse para esforzarnos en cultivar nuestro estado o formas de compasión.
             Muchos a veces dudamos en cultivar la compasión, debido a que nos preocupa tener que dar demasiado de nosotros mismos, mientras ayudamos a los demás.
             Otros temen pasar tiempo con personas que les son incómodas. Aunque debemos estar obligados por nosotros mismos a usar nuestro mejor juicio y sentido común para saber cuándo es justo actuar con compasión y cuándo no.
             Tal vez sería prudente y al mismo tiempo reflexivo mencionar la idea de estar siempre dispuesto a poder ayudar a los demás, tener confianza en nosotros mismos y sentir lo que valemos como persona, estando convencido de que siempre mantengamos el valor suficiente para ayudar a los demás. Si solo pensamos en nuestros problemas, no tendremos tiempo ni energías para ayudar a los demás; así es posible que estaremos más seguros del amor y de aquellos que necesitan de nuestra ayuda.
             Buscar y practicar el sentido de compasión en nuestra vida, implica algo más que empatía, algo más para sentirnos en el lugar del otro, a fin de entender su sufrimiento; sentir compasión significa sentirse parte del mundo, sentir esa desconexión que notamos con el mundo que nos rodea  restableciendo la conexión, y solo por la sencilla razón de percibir lo que siente el otro,  experimentando no solo lo que sucede a nivel racional, sino haciéndolo formar parte de ti, ya que al fin y al cabo es parte de tu mundo, puesto que tú, también formas parte de él.
            Cuántas veces el entendimiento correcto para comprender la compasión, es preguntarse a sí mismos si somos capaces de ayudar a determinada persona y por qué. Ponte en esa situación y podrás observar como sonríen cuando su dolor es aliviado. Recuerdas que la compasión es un ejercicio que termina en acción, sencillamente es querer y hacer algo para aliviar el sufrimiento de otro.
 Meditación: ¡Quién necesita piedad, son aquellos que no tienen compasión de nadie!

No hay comentarios:

Publicar un comentario