Aceptar el pasado
implica hacer las paces con lo que sucedió en tu vida, aunque todos sabemos que
el pasado es inmodificable, pero a veces pretendamos olvidarlo. Una de las
formas que deseamos cambiarlo es a base de imaginarnos escenarios hipotéticos;
diciendo “Si lo hubiera pensado antes”, “Si hubiera hecho esto en lugar de
aquello”, etc.
El pasado es dueño
de nuestro presente. Del pasado nada podemos cambiar, y los momentos futuros no
podemos controlarlos; lo que ocurrirá es una incógnita. Perdemos a menudo las
cosas que nos depara nuestro presente por tener la mirada puesta en el pasado o
en el futuro. En algún momento de nuestras vidas recordamos el pasado, y momentos
vividos, “cosas que dijimos” “cosas que pensamos” “cosas que quedaron escritas”
y ya no podemos borrarlas. Si, aprendimos de gente que conocimos…, pero en
ocasiones nos encontramos con personas que realmente están ancladas en su
pasado y ni viven el presente ni se plantean el futuro.
Una de las
creencias que nos estanca en el pasado, es la idea de que no hubiera existido.
Sé que cuando lo recordamos nos llenamos de resentimiento, deseando que la vida
nos presentara una realidad con lo que realmente hubiéramos querido. Aunque no
siempre se vive el pasado de forma cómoda, ni podemos hacerlo retornar de forma
obsesiva en un momento determinado, deseando que no hubiera sido del modo que
fue. Este es el error más común, ya que lo pasado, pasado está y por mucho que
desees que no fuera así, no hay vuelta atrás; no podemos basar nuestra vida
actual en aquello que hubiéramos deseado. Por tanto, los síntomas más
habituales de este comportamiento son la melancolía, recuerdos, estados
depresivos, tristeza, impotencia por no poder “volver atrás”
Piensas siempre
que, si ese pasado vuelve a nuestra conciencia, es porque algo de nuestro
presente lo invoca o quizás algo bueno había, o puede ser que haya dejado un
vacío que a pesar del tiempo no hayamos conseguido borrar. De nada sirve repetirnos: “no voy a pensar más
en ello”. Aunque lo consigas, tarde o temprano, aquellos recuerdos siempre
regresan. Por tanto, es absurdo torturarse con lo que se pudo haber hecho en
aquellos momentos del pasado y no se hizo, dándole vueltas a la cabeza buscando
posibles soluciones que se podían haber tomado. Ese comportamiento lo único que
nos hace es maltratarnos, castigarnos psicológicamente, no dejarnos vivir
nuestro momento actual y no solucionar absolutamente nada.
El pasado está
escrito con todas aquellas vivencias que nos han traído aquí y ahora, a este
lugar y de esta manera. Es un “baúl” lleno de experiencias buenas y malas, de
decisiones erróneas y afortunadas, de tristezas y alegrías, de personas que
entraron y salieron de nuestra vida, pero jamás las olvidarás
Por tanto,
permanecer atado a nuestro pasado indudablemente nos impide avanzar. Olvidarlo,
por el contrario, nos impide aprender. Con esto no se nos presenta ninguna otra
alternativa que aceptarlo sin reproche ni resentimiento.
Meditación:
Vivir en el pasado es elegir morir en el presente.
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