Una emoción es
como un deseo, por eso, así le llamo a este pequeño artículo. Toda emoción es
el impulso que nos hace sentir algo en nuestro interior, y nos suele empujar a
realizar “algo”. Tanto las emociones como los deseos caminan juntos con el fin
de “mirar hacia dentro”, queriendo culminar con la facultad de alcanzar una verdad
sin necesidad de razonamiento. Éstas poseen una cualidad imperativa que
significa que podemos interrumpir lo que estamos realizando, haciendo generar
en nuestra conciencia un profundo deseo.
De esta manera
las emociones nos llegan a nuestro intelecto en forma de deseos, siempre a
través de una información relativa a la realidad y no a la que nuestras
emociones desearían que fuesen. Toda emoción tiene una gran utilidad personal,
y casi siempre está destinada a responder a esos hechos sucedidos que siempre
tratamos de desear. Aunque es justo reconocer que a veces, también pueden
hacernos daño cuando suceden en momentos inapropiados o con deseos imposibles
de realizar.
Toda emoción
siempre nos ayudará a identificar formas y aspectos diferentes de momentos en
nuestra vida, que a veces pueden pasar desapercibida para nuestra conciencia.
Si potenciamos estas emociones alcanzaremos un conocimiento más creativo de la
vida, permitiéndonos conocernos mejor a nosotros mismos y ayudándonos a
relacionarnos mejor con las personas que nos rodean.
Al mismo tiempo
es necesario saber controlar las emociones y para ello tenemos que saberlas
identificar, es decir, necesitamos aprender a “gestionarlas” para saber cómo
manejarlas en cada momento. Comprender que todo deseo va precedido de una gran
dosis emotiva, haciéndonos adoptar la forma para sentirnos bien consigo mismo y
poder mantener relaciones satisfactorias con las personas de nuestro entorno.
De esta manera
para desvincularnos de las emociones, deseos y sentimientos relacionados con lo
que queremos realizar, todo consiste en aprender a “situar” la mente
correctamente hacia el objetivo, con la exclusión de todo lo que pretendemos
ejecutar.
Todo
deseo nos saca de nosotros mismos, nos desubica y nos dispara a que vivamos en
la improvisación, en el desorden y a veces en el capricho máximo de nuestra
auténtica libertad. ¿Cuántas veces no nos es posible evitar que esto suceda, ya
que ese deseo está regido por la leyes emotivas que son conducidas por nuestro
cerebro. Negar un deseo equivale a fomentar un anhelo, y todo ello genera una
frustración en nuestros sentimientos, ya que estos necesitan de una razón para
poder sentir un equilibrio.
Los
deseos que muchas veces anhelamos en nuestro interior, en general están
conducidos por grandes dosis emotivas, produciéndonos esos “nudos” en la garganta, los cuales no
podemos soltar por miedo a las consecuencias, aunque siempre pensamos que es
más grande la recompensa que el sufrimiento que padecemos. Es de suma
importancia saber tomar decisiones y saber actuar conforme a nuestra voluntad,
puesto que casi siempre queremos imponer nuestros deseos a pesar de sufrir esas
emociones que se anteponen a los actos que pretendemos realizar.
Meditación:
Las situaciones difíciles se hacen más difíciles si excluyes los pequeños pasos
que te puedan ayudar.
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