No digo nada nuevo si añado lo
siguiente. “Para el amor no hay nada imposible” Al decir esto, cuántas veces
hemos escuchado frases como: “Sin ti, mi vida no tiene sentido”, “Lo eres todo
para mí” o ¿Qué haría yo sin ti? A veces el cine, la música y la poesía nos han
hecho ver formas de interpretar el amor, dejando instalado en nuestra mente, la
idea de que el amor intenso está ligado al sufrimiento. Pero, ¿qué entendemos
por “amor”? ¿Solo un sentimiento? Ciertamente, si así fuera, no se podría construir nada sólido encima.
Pero si el amor es una relación, entonces es una realidad que crece y también
podíamos decir, a modo de ejemplo, que se construye como un edificio. Y esto se
edifica en compañía. ¡No solos! No queramos construirlo sobre las arenas los
sentimientos que van y vienen, sino sobre la roca del amor verdadero; en
definitiva pensemos que el amor nace del corazón.
Un amor para
siempre exige saber elegir a la persona adecuada. Volviendo al primer punto, la
persona adecuada no tiene porqué ser aquella que nos vuelve locos, tampoco
aquella que solo nos atrae por sus ideas o porque es “maja”. Hay que saber
conjugar ambas facetas. Cuando antes del matrimonio ya se intuye que la cosa no
va a funcionar, por tener maneras de ser incompatibles, ya sean de
comportamientos, caracteres, formas, etc. En fin, son tantas cosas que nos pueden poner sobre alerta
y que muchas veces se intentan resolver con aquello de “yo lo cambiaré” Estamos
muy equivocado.
La evolución
sana del amor suele ser lenta, porque se cimienta en el bienestar y la
confianza de una persona sobre la otra. La madurez del amor es aquel que se
establece entre dos personas independientes que se respetan y se demuestran
cariño y atención.
Se dice que el
amor verdadero es aquel que dura para toda la vida, pero ¿qué factores influyen
en la prolongación de una relación de pareja? La premisa es clara: nadie va a
hacernos feliz si no somos capaces de hacernos feliz a nosotros mismos. No
encontrarás la plenitud en nadie si primero no la encentras en tu interior. Existen
casos en que nos impresionan debido a la edad. Cuando existe una diferencia de
edad relevante en una pareja, deberíamos analizar las discrepancias que pueden
surgir a causa de ello, para que la relación sobreviva, puesto que el éxito
potencial realmente está en la madurez y en el nivel de experiencia de quienes
se aman. Aunque es digno considerar que no existe una diferencia mágica de edad
cuando del amor se trata.
Sin
embargo es de lógica que mientras más corta es esa diferencia entre dos
personas que se aman, mayor serán las posibilidades de construir un amor que
perdure.
Nunca es demasiado tarde para emprender
un ciclo y encauzar nuestras vidas hacia un estado de felicidad duradero,
consiguiendo ampliar nuestras perspectivas y aprendiendo fórmulas nuevas que
nos hagan “florecer” de nuevo.
Si
por circunstancias alguien nos ofrece una oportunidad para conocernos, puede
que se arriesgue muchos, puesto que son como los lados de una moneda, sólo un
50 % existe de posibilidades tanto de ganar como de perder, pero nunca se sabe,
si no se intenta. De esta forma podríamos comenzar una posible relación,
aceptando nuevos hábitos y un nuevo estilo de volver a empezar. Es posible que
de esa manera comience el momento de aprender a amar de verdad.
Meditación: Cuando se quiere a alguien de verdad y se marcha, también se lleva un pedazo de su corazón.
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