Cada frustración
se almacena en nosotros provocando cicatrices internas, que van destruyendo
poco a poco nuestro estado emocional. Éstas aparecen por motivos de no poder
lograr el objetivo deseado. Por eso nos sentimos frustrados, provocando en
nosotros un sentimiento de tristeza, enfado o rabia. Es cierto que todos somos
diferentes, y cada uno vive de formas distintas, pero generalmente sentimos en
común esa sensación de desánimo y decepción que nos produce la frustración.
Cada
día extendemos nuestras manos para “agarrarnos” a la vida, pero a veces algo se
interpone en nuestro camino haciendo que nos sintamos abatidos o derrotados. Es
cuando aparece esa frustración que nos hace inseguros, debido a las continua
“huellas” que ese continuo sufrimiento va carcomiendo nuestro ser. No siempre
salimos derrotados, y es posible que con el tiempo nos vayamos “acorazando”
aprendiendo y reflexionando sobre esas experiencias. Sí es cierto que muchas
nos deprimen y nos desesperan, resultando de ello un estado negativo sin
aprender nada bueno de ellas.
Sin
notarlo, esas situaciones nos van haciendo cada vez más sensibles, recordando
siempre los motivos de nuestros fracasos. Al mismo tiempo, sentimos
continuamente una situación de continua ansiedad, por motivos de los logros no
conseguidos. Perdemos en cierta manera la confianza en nosotros mismos, huyendo
casi siempre de volver a emprender nuevas andaduras, debido a sufrir otra nueva
decepción.
La
verdadera finalidad consiste en recuperar el equilibrio personal, liberando las
emociones y tratando de restaurar nuestras pulsaciones, con el fin de
encontrarnos de nuevo con nosotros mismos. No olvidemos que todo tipo de
frustración en sí, sólo es un sentimiento transitorio, es como un estado de
incertidumbre el cual nos define como persona. Y no pensemos que una situación
frustrante, pueda significar un fracaso, debemos desarrollar una aptitud de
tolerancia, pensando que situaciones como esas, siempre aparecerán en nuestra
vida.
Continuamente
nos encontraremos con momentos difíciles de resolver en los que podemos
sentirnos frustrados y por tanto hundidos, tristes y a veces fracasados. Pero
es de relativa importancia aprender y a saber manejar determinadas situaciones
ante nuestros sentimientos a fin de que no nos afecten en exceso y podamos
combatir las circunstancias que los originan.
Todos debemos
aprender a manejar las frustraciones. Para ello, es necesario aceptar las causas
que las provocaron y no permitir que las consecuencias de las mismas nos
sobrepasen. Es difícil para muchos el poder resolver esos continuos
sentimientos de frustración, llegando a provocar desmotivación y abandono al
deseo de emprender un nuevo proyecto. Vencerlo, por supuesto que tiene una
enorme dificultad, pero es necesario controlar los reveses que el destino nos
presenta, y armarnos de paciencia y perseverancia, con el fin de que esas
frustraciones no nos dejen cicatrices.
Meditación:
Cuando alguien culpe a los demás por sus fracasos, sería bueno que también le
atribuyeran sus éxitos.
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