Nunca deberíamos
renunciar de nuestro pasado, Sería justo recordar que todo lo que hasta aquí
sucedió, se lo debemos a nuestro tiempo vivido, tanto lo que te ha gustado,
como lo que no. Solo es cuestión de aceptar la realidad. A veces deseamos
esconder situaciones que no hemos deseado emocionalmente, pero que
continuamente nos hacen daño, generando en nosotros una inseguridad. Sin
embargo nos podemos o no sabemos soltarnos de ese pasado que nos atormenta.
Deberíamos y sin temor a mirar ese tiempo turbulento que en su día creímos que
nos hizo daño, para descubrir respuestas que expliquen nuestro presente.
¡No renunciemos
a nuestro pasado, sea cual fuere! En él se encuentra la raíz de todo lo que
somos. Alguien dijo aquel dicho tan famoso: “aquel que olvida su historia está
condenado a que se repita” Sé que muchos presentan temores ante aquellos
recuerdos que en determinado tiempo, no hubieran querido que sucedieran, pero
la vida nos demanda llevarlos siempre presente, aunque no sean de nuestro
agrado.
Tampoco es de
imperiosa necesidad vivir envuelto en el ayer, en ese pasado que tanto daño nos
hizo; por eso intentemos de “situarlo a un lado” y disfrutemos de las cosas
bellas que el día a día nos presenta, pensando encontrar un mundo de ilusiones, con
el sólo hecho de despertar por la mañana. Tampoco nuestras vidas están para
quejarnos continuamente ante aquellas decisiones propias que tomamos y nos
empeñamos en que nuestro corazón y nuestra mente estén continuamente atormentado.
Pensemos siempre
que el tiempo avanza implacablemente, y
que nuestro trabajo debe continuar con esa “carga”, sólo es cuestión de saberla
gestionar, por indeseable que parezca. Sí, es triste recordar que vivimos
momentos de desengaños, de tristezas, de frustraciones, pero es tiempo de “levantar
cabeza” y proponernos que también hubo momentos de extrema felicidad, que es
justo recordar. Desgraciadamente la vida es así, siempre llena de altibajos.
Si nuestra mente
empieza a dar vueltas a las mil y una situaciones subterráneas que no
hubiéramos deseado vivir, es posible que nos enredemos en momentos que nos
llevarán a posiciones de continua tensión, haciendo que nuestras vidas sea un
martirio.
Nuestro empeño
hoy debería estar en amar “lo que tenemos” y no tratar de manipular inútilmente
aquello que pasó y que por mucho que queramos siempre estará en nuestro pasado.
El pasado es eso mismo: sólo pasado. Aunque a veces nos preguntemos: ¿por qué
nuestro pasado, siempre lo tenemos presente? Aunque vivamos de una ilusión
permanente, y de un mundo distinto, jamás intentemos olvidar nuestro pasado,
puesto que él, y es justo reconocerlo, quizás nos haya traído la felicidad que
hoy pretendemos. Propongámonos de ahora en adelante no hablar de ese pasado que
nos hizo daño, y continuamente nos carga de culpabilidad y de dolor.
Nuestra solución está en dejar esa culpa en su
“página” correspondiente y empezar a vivir de una manera abierta y sincera con
el propósito de proyectarnos un nuevo futuro. Volver a abrirnos a unos nuevos
momentos que nos haga felices todo el bien posible, puesto que nuestra capacidad
de amar, siempre puede ser compartida con quien sea en nuestra vida.
Meditación:
No es necesario destruir el pasado cuando se ha ido; en cualquier momento puede
aparecer, y volver a ser presente.
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