miércoles, 16 de diciembre de 2015

¡Búscame!

              ¡Búscame! Pero, ¿es que acaso me fui? siempre estuve ahí. ¿O es que quizás no quisiste buscarme? Si miras el gráfico, verás que cerca estaba. O es que no nos han preparado para los cambios, ni nos enseñaron a procesar las pérdidas de emociones. Siempre aspiramos a mantener una segura garantía en nuestra vida, pero desgraciadamente, ésta no es así. Todo es tan absurdo como pedir que siempre sea de día. Así se explica, a mi modo de ver, que a través del tiempo existió una inconfundible experiencia que me hizo producir un sufrimiento innecesario.
             Las cercanías sin saber por qué, se convierten en lejanías de forma que no podemos distinguir que fue lo que pasó. Así se pasa de vivir una afectiva proximidad, a confirmar una singular lejanía, que sólo se percibes cuando nos encontramos en una auténtica soledad. Ya la vida no será igual hasta un nuevo encuentro. Todos nuestros sentimientos lo llevamos en nuestro interior de forma emocional; Así decía Dostoyeski, “quien tiene recuerdos felices de su vida pasada, está salvado para siempre” Es posible que de alguna manera usemos nuestras reservas emocionales como recordatorio.
            Pero por mala o equivocada que haya sido la experiencia, quizás podamos preguntarnos: ¿Qué puedo aprender de toda esta situación, que me sirva para trabajar mejor en mi presente y quizás para construirme un futuro mejor? A menudo pensamos que “conocemos” a otra persona cuando en verdad lo que estamos haciendo es proyectar sobre ella nuestra propia ideología. Analizando lo dicho, podemos sacar en conclusión que cuando pensamos en otra persona, te caiga bien o mal, solemos experimentar una sensación interior. Sólo por el hecho de pensar en esa persona, ya es evidente que estamos experimentando un sentimiento incluso en su ausencia.
            Para evitar ser víctimas de nuestros impulsos debemos trabajar de forma activa y   mantenernos a raya, para poder perpetuar a lo largo de nuestra vida y poder volver a ser los dueños de nuestro propio destino. Para la mayoría de las gentes, es muy fácil analizar los pensamientos de los demás. Pero todo es cuando la vida te “rueda con piloto automático” es cómo si tuviéramos un mapa de carretera, ¡Todo va bien! Pero de momento todo se disloca y te ves en la más auténtica soledad. Aquellos recuerdos ya no existen, tus amistades desaparecieron, tus emociones se perdieron y tus propios sentimientos poco a poco te van destruyendo, hasta verte derrumbado. ¡Nunca lo pensé!
           Pero por desgracia, ahora los añoro, pensando en que pueda ser posible que aún pudieran volver. Siempre tuve momentos en mi vida de difícil experiencia y de auténtica dificultad, pero jamás me encontré con esos momentos de aislamiento, lo cuales son de verdadera tristeza.
            Esperar a que las cosas lleguen por sí solas, no es la manera de salir. Sólo uno mismo debe ser capaz de ver todo lo que se mueve en nuestro alrededor. En definitiva: “no hay mejor aprendizaje que pasar por esos momentos” y de ellos tener que aprender.
            El sufrimiento inútil es el que no tiene justificación, el que no ayuda a la superación de las dificultades en los momentos difíciles. Únicamente contribuye a hundirnos cada vez más en ese lamentable estado en que a veces nos encontramos, cuando pensamos que nada tiene solución. Por eso, lanzo ese ¡¡Búscame!! Mirando al cielo, esperando encontrar esa ilusión que me haga recuperar esos sentimientos perdidos.
 
Meditación: Muchas personas están destinadas a quererse unas a otras, pero no están destinadas a estar juntas.

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