Si analizamos
detenidamente este título, es totalmente contradictorio. Hablando hace unos días
con una antigua compañera, con la que estudiamos juntos “Psicología
experimental” le pregunté, ¿podrías darme alguna respuesta a este título? Creo que no me entendió. Enseguida y sin
pensar, me respondió. Lo que me preguntas no tiene sentido, puesto que lo que es absurdo no es real y, si es real no puede
ser absurdo. Quedó muy claro; es lo primero que respondería de inmediato
cualquiera persona.
Así empezó una
larga conversación ante la cual, creo que ambos sacamos muy buenas conclusiones,
llegando al término de ponernos ambos de acuerdo. Recuerdo que empecé diciendo:
“Cada experiencia de dolor, nos deja una marca. Si alguien nos ha lastimado,
hemos aprendido a detectar a la persona que se acercó para lastimarnos, así
cuando quiera volver a mi vida, no se lo permitiría” Entonces; esto es ¿real o
absurdo? Aquí empezó la duda, y sin aplicar ninguna teoría, se nos vino a la
mente aquel refrán tan popular que nos dice “El hombre es el animal que
tropieza varias veces en la misma piedra” Pensemos que el mundo es un lugar de
paso, y todos los caminos nos conducen hacia
el más allá, por tanto conviene comportarse ética y justamente para alcanzar
“ese dicho que nos tienen prometido” No deseo entrar en ningún argumento teológico,
puesto que esto nos llevaría por otros derroteros, el cual no es mi intención.
Ante esto, la
vida parece que la hacemos que carezca de sentido por completo, puesto que la
intentamos vivir desprovista de emociones; es decir vivirla lo más absurda
posible, puesto que de esa manera la soportamos mejor. Si la llevamos a través
de cualquiera otra manifestación dramática, nos llenaría de dolor. Por tanto
¿no es más fácil vivir en lo absurdo? Recuerdo una conferencia cuando estaba en
la Facultad de Psicología que nos dio el prestigioso filósofo D. Carlos
Castilla del Pino, sobre la “Teoría de los sentimientos” a ella asistimos todos
los alumnos que por aquel tiempo estudiábamos y sobre la cual decía: No dejes
nunca que tus pensamientos te manejen, tienes que ser leal a la verdad y no a
tus sentimientos. Y a continuación nos alentaba a meditar reflexionando lo
siguiente: La realidad no es lo que ves. La realidad es lo que hay en tu
interior. Sencillamente es la capacidad que tenemos cada uno de nosotros para
levantarnos ante el dolor, y afrontar la vida tal como es en realidad. Ante
esto, nos preguntamos, entonces: ¿es real cómo actuamos? o nos dejamos llevar
más por lo absurdo, haciendo que todo nos parezca real.
¡Mira qué
casualidad! Hoy es justamente un día muy esperado para muchos de nosotros. Y si
te pregunto: ¿cómo lo piensas pasar? Seguro me dirás. Pues lo mejor posible.
Asistiré durante todo el evento con una sonrisa todo el tiempo posible, porque
así lo exige el protocolo, aunque sé que mi interior está totalmente “roto de dolor”, sólo en pensar que durante
todo el tiempo que dura la diversión, me falta ese alguien que desearía que
allí estuviera. Por tanto seamos sinceros y aquello que realmente nos sucede lo
convertimos para nuestra comodidad en absurdo, diciendo: ¡no voy a crearme
problemas! ¡Basta! tomaré una simple decisión, y así recurro a la elección más
fácil. ¡Lo absurdo! Pensándolo bien, es una postura bastante radical y al mismo
tiempo la más real en esos casos. De esa manera sólo pensamos en no regresar al
pasado, dejando todas los problemas a un lado, para vivir en “lo absurdo” diciendo:
mañana “ordenaré” de nuevo mis sentimientos para afrontarlos verdaderamente
real. Pues de esa forma tan sencilla, solemos convertir muchos momentos
auténticos y reales de nuestra vida, en situaciones totalmente absurdas, sólo
porque, “en lo absurdo nos es más fácil vivir”
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