Me diréis: ¡Que
perdemos la pasión! ¿A que es debido? Pues verás, las pasiones ni más ni menos son efectos emocionales de caracteres
disyuntivos, y a veces son impulsos de nuestra propia sensibilidad, que se
inclinan a obrar o no obrar, en vista de lo que se percibes como bueno o malo.
En general las pasiones se caracterizan por el amor, y el odio, el deseo y el
temor, la tristeza y la euforia, etc. De entre todas ellas la más fundamental
es el amor y el odio, las cuales están fundamentadas por el atractivo personal.
Aunque
observamos que con el tiempo, esa pasión se debilita, perdiendo esa fuerza
primitiva, llegando incluso a desaparecer. Somos nosotros los únicos que
podemos tratar de recuperarla. Nada fácil por supuesto. Ateniéndonos a estos
principios no podemos construir una relación armónica sin atender a las
necesidades del otro, que de hecho deseamos
compartir.
Toda
pasión se sobrepone a la voluntad que intentamos tomar, pero siempre por medio
de inclinaciones libres de adoptar. Aunque los apoyos siempre son necesarios,
ya sean premios, castigos, intereses, etc., siempre en la medida que vamos
creciendo y madurando, estas pasiones que a primera vista suelen ser
dominantes, se transforman en riquezas que fortalecen nuestro interior.
Podríamos pensar que sentir pasión requiere un nivel de energía suficientemente
alto, porque cuando estamos con “bajón” o con las energías por los suelos
difícilmente resistiremos cuando “pase” a nuestro lado.
En
realidad es cierto que nos apasionamos con nuestra pareja a medida que deseamos
manifestar físicamente nuestros propios sentimientos, y es en esa primera
entrega donde mezclamos la ternura, el amor, la pasión, etc., haciendo que
nuestra vida se convierta en una fantasía. Ahora bien, a veces esa pasión es
peor cuando se convierte solo en obsesión, esperando de cada iniciativa se
convierta en generar aquellos resultados deseados.
Así
cuando la falta de pasión pierde interés por múltiples razones que puede llegar
por falta de preocupaciones sobre uno mismo, observamos que ya no nos dice
“nada”, cuando no tenemos ganas de comunicar nuestros pensamientos, nuestras emociones,
nuestras ideas o simplemente qué tal nos ha ido el día, es cuando nos
preguntamos si seguimos manteniendo la misma pasión. En estos casos deberíamos
dejar que las cosas pasen, que las situaciones vuelvan a crecer de nuevo y
construir nuevos resultados. Si cada iniciativa se vuelve a hacer con ganas,
con la simple espera de generar resultados, conseguiremos que dicha situación
pase, y todo se convierta en un nuevo
triunfo.
Pensemos siempre,
que el erotismo está constituido por un perfil de difícil entramado y de
guiones formado por imágenes que alimentan el deseo de nuestra vida íntima.
Sólo se trata de crear y enderezar a conciencia una nueva historia erótica que
nutra y aumente la polaridad de esa energía sexual que creemos perdida. Cuando algunas de esas premisas carecen de
recursos es cuando hay que sentarse a dialogar y a puntualizar si todavía se
puede construir una forma de "sanar" esa relación y volver a abrir
las puertas al amor.
Meditación:
Pasión es aquello que deseas sin necesidad de amarlo.
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