¿Muchos pensamos elegir cómo queremos
que sean nuestras vidas? Es cierto,
aunque no tenemos más remedio que conformarnos con lo que la propia vida nos
presenta. Nos llevamos en nuestra juventud planificando lo queremos ser. Pero algunas
situaciones de cuanto nos suceden, se encuentran fuera de nuestro control, como
por ejemplo la suerte o los genes. Por tanto a la larga se ratifica que
“aquello” no era ni por asomo lo que pensamos que fuera.
Son
en esos momentos, cuando tomarse un tiempo podría ayudarnos en muchos aspectos.
En primer lugar nos ayudaría a pensar mejor las cosas. Creemos que lo más
inteligente es ser reactivo, rápido y tener respuesta para todo y en todo
momento. Pero claro eso no es pensar, eso sólo es reordenar perjuicios y
“enviarlo al exterior” Eso es hablar sin pensar; por ello lo que deberíamos
aprender es a pensar, teniendo de esta manera la obligación de hacer respetar
nuestro propio tiempo.
No
todo han de ser precipitaciones, tomarnos el tiempo necesario nos permite la
renovación del cuerpo, del espíritu y de la mente. No existe nada más saludable
como hacer un alto en el camino y darle el tiempo a la pereza creativa, para
dejar que ella se manifieste, y de esa forma regalarnos esos momentos de “cero”
preocupaciones, hasta donde podamos llegar, sin que la culpa se apodere de
nosotros, así le permitiremos al tiempo hacer su trabajo de restauración.
Pensándolo bien,
¿qué nos sucede, cuando solemos tomar nuestras propias decisiones? Que muchos
de nuestros actos nos salen mal. Eso puede ser real. Dejarse llevar a veces no
significa ser descuidado, ni imprudente. El problema consiste en aferrarnos a
situaciones precipitadas. Por ejemplo: la ira hacia quien nos ha agraviado u
ofendido, no habiéndonos tomado el tiempo necesario, siempre nos llevará a
ciertos temores. Comprendo que enojarse es natural, indudablemente forma parte
del ser humano. La cuestión es: ¿qué hacemos con ese enojo que mantenemos
durante tanto tiempo? Son cuestiones para reflexionar: en estos casos deberíamos
dejar pasar un espacio prudencial dejando pasar el tiempo sin tener contacto
con quien me ha hecho enojar, y simplemente dejar que el tiempo haga su
trabajo.
Hay quien opina que disfrutar de la vida es
vivirla frenéticamente. Todo es, cuestión de entender la vida y afrontarla de
forma diferente. Para muchos vivir al límite y a alta velocidad es la forma
adecuada para ser feliz. En cambio otros necesitan tomarse el tiempo necesario
para encontrar el camino y las formas que les haga vivir con calma y poco a
poco. Es cierto que para ciertas “cosas” no necesitamos tiempo, cómo por
ejemplo: nadie se plantea si nuestro bebé sabrá mamar, o si sabrá respirar al
nacer. En estos casos la mente no necesita tiempo para estos casos, puesto que
nuestros genes están constituidos para solucionar de forma predeterminada
dichos momentos.
Cuando
necesitamos un tiempo, es porque hemos tenidos problemas importantes, puesto
que existen cosas que no funcionan y sentimos la necesidad de tomar el buen
camino, debido a que ya no existe complementariedad y entonces puede ocurrir
que necesitemos ese tiempo para reflexionar.
Meditación:
Podrás engañar a algunos algún tiempo, pero no podrás engañar a todo el mundo
todo el tiempo.
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