No voy a descubrir nada diciendo esto
de: “no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”. Aunque
existe un mínimo de bienestar económico para poder vivir en comunidad. Nuestra
mente debe tener suficiente poder para
construir esquemas de vida saludable. De nosotros depende alimentarla con
creencias estimulantes. La persecución
de los bienes, puede nunca encontrar su final, cuando el deseo es acumular más
y más.
La
sociedad actual nos inculca la idea de triunfo de una manera absolutamente
materialista; triunfar significa básicamente tener; dinero, posesiones, poder,
etc. Hay muchas cosas que consiguen acercarnos a la felicidad, que provienen
del exterior como: la vida en pareja, tener una familia con quien compartir
buenos momentos y por qué no decirlos, tus amigos; sí, esos amigos que siempre
están ahí, y que nunca te olvidan… y por supuesto muchas cosas más, que no
citaré ahora.
Entonces,
¿debemos deshacernos de todo lo material que poseemos? No, para vivir con
plenitud, basta con darle solo el valor a lo que tienes y no más. Todos podemos
ser felices, si así lo deseamos, existen innumerables casos de personas que
poseen todo lo que el dinero puede comprar y no se sienten felices, y por el
contrario, existen quienes carecen de muchas cosas, y sin embargo encuentran el
contento en su forma de ver la vida.
La
vida es ganar… y también perder. La sociedad nos hace querer entender que solo
el éxito puede conducirnos a la felicidad. No nos dejemos engañar. A veces la
derrota es necesaria para avanzar y ver las cosas desde otro punto de vista. De
esa manera, aceptarla y reconocerla es una de las formas inequívocas de nuestra
sabiduría.
Nacemos
para luchar por la felicidad, es decir para crearla, para hacerla a pesar de
las tristezas, los desencantos, los errores y las malas jugadas que muchas
veces padecemos. No nos pasemos la vida agitando nuestras desgracias o
pronosticando tragedias imaginarias, puesto que es posible que no lleguen
nunca.
Una
de las cosas fundamentales para ser feliz, es sencillamente saber perdonar.
Pero ¿sabemos qué significa perdonar? Perdonar no es “absolver”, puesto que no
implica borrar las faltas. Tampoco “olvidar” ya que debemos considerarla como
amnesia reparadora, ni por supuesto, “otorgar clemencia” Perdonar es arrancar
el resentimiento que a veces llevamos dentro, dejando de lado el odio,
eliminando el deseo de venganza. Cierto
es, que pasamos por la vida sin llegar a decir ¡soy feliz!, pero, ¿por qué?
Quizás no sepamos dar a nuestra vida un máximo de calidad y rendimiento, que
nos haga conseguir ese ideal que nos es imposible alcanzar.
Si
deseas ser feliz, es decir, superarte como persona y darte cuenta de que lo que
tú quieres está en realidad dentro de ti, entonces es el momento de hacerlo.
Así pues, el secreto para ser
felices reside en nuestro interior, en la forma en cómo afrontamos cada nuevo
día, en cuidar con esmero nuestras conexiones con nuestros familiares, amigos,
compañeros y con el mundo en general.
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