El tiempo no es
una medida fija ni inmutable, pues el verdadero valor del tiempo se fija con el
corazón. Todos nosotros somos clientes de ese Banco que se llama Vida, y la
cuenta de inversión Tiempo. En el primer instante de cada día, ese Banco nos
ingresa en nuestra cuenta 86.400 segundos que podemos gastarlos solo en ese
día, y todas la noches, cualquier cantidad que no hayamos invertido en algo
productivo, lo tendremos que dar como pérdida y borrarlo de nuestra cuenta. No
se nos permite acumular ese saldo para el día siguiente. Todas las mañanas,
nuestra cuenta es reiniciada y todas las noches perdemos el saldo no
aprovechado, sin poder dar marcha atrás.
Detenernos a saborear los minutos y
llenarlos de vida, nos dará la auténtica medida y sentido del tiempo. Cuántas
veces nos hacemos esta reflexión: “Me siento que durante el día he
desperdiciado en acciones de las cuales no tengo conciencia de haber
aprovechado bien el tiempo” Es por ello que mi
intención es hacer ver una estrategia que nos ayudará a aprovechar mejor
nuestro tiempo para que podamos establecer un orden y podamos fijar nuestras
prioridades sobres esas acciones que realizamos durante el día y en la semana.
Con
la organización semanal de nuestras metas prioritarias, la planificación se
convierte en una función de adaptación diaria. Así, podremos dar relevancia a
actividades originales y responder a acontecimientos y experiencias imprevistas
de situaciones las cuales tenemos que vivir. Simplemente echando un vistazo a
nuestros roles, podremos priorizar diariamente nuestras actividades, guiándonos
por una especie de intuición interna, donde siempre pondremos “primero lo
primero”.
Intentemos concebir
el tiempo como un recurso y no como una limitación; planificarlo y adaptarlo a nuestras
necesidades es el objetivo de nuestro programa diario. Cuando la organización
de nuestro propio tiempo se convierte en una actividad fluida, descubrimos como
aumenta nuestra capacidad de reacción ante los imprevistos, y encontraremos el
equilibrio que buscamos. Para ello hay que comprender su naturaleza, asimilarlo
como algo que está de nuestro lado y al que tenemos que adaptarnos con la
máxima eficacia y confianza. Cuando nuestra relación con el tiempo no es buena,
somos capaces de generarnos angustias, ansiedades, estrés y muchos otros
problemas de salud. Una gran parte de los estilos de cómo emplear nuestro
tiempo en nuestra vida, tiene cada vez más en común, su utilización diaria. Estos factores dan la sensación de falta de
tiempo para todo lo que queremos o tenemos que hacer, vivir, disfrutar, etc. Las
prisas, el llegar tarde, la aceleración, son elementos de nuestra forma de
vivir. Las implicaciones que se derivan de ello a nivel de calidad de vida, son
tales que creemos interesante parar y ser conscientes por unos momentos de
reflexionar sobre nuestro tiempo. De cómo empleemos el tiempo depende en gran
medida nuestra satisfacción, felicidad y relación con nuestro entorno. Existe
una frase muy conocida que dice: “El tiempo es oro” o ¿Tienes un minuto? A las
cuales respondemos: “Para mí son pocas las horas del día” Normalmente vivimos
como millonarios de tiempo, aunque desgraciadamente no sabemos cuidarlo ni
aprovecharlo, sin embargo, si el tiempo fuese oro, podríamos perderlo, puesto
que el tiempo es vida y nunca sabremos cuanto nos queda.
Meditación: Las tres cosas más difíciles de esta vida
son: guardar un secreto, perdonar un agravio y aprovechar el tiempo.
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