viernes, 6 de febrero de 2015

El valor del tiempo.

              El tiempo no es una medida fija ni inmutable, pues el verdadero valor del tiempo se fija con el corazón. Todos nosotros somos clientes de ese Banco que se llama Vida, y la cuenta de inversión Tiempo. En el primer instante de cada día, ese Banco nos ingresa en nuestra cuenta 86.400 segundos que podemos gastarlos solo en ese día, y todas la noches, cualquier cantidad que no hayamos invertido en algo productivo, lo tendremos que dar como pérdida y borrarlo de nuestra cuenta. No se nos permite acumular ese saldo para el día siguiente. Todas las mañanas, nuestra cuenta es reiniciada y todas las noches perdemos el saldo no aprovechado, sin poder dar marcha atrás. 
            Detenernos a saborear los minutos y llenarlos de vida, nos dará la auténtica medida y sentido del tiempo. Cuántas veces nos hacemos esta reflexión: “Me siento que durante el día he desperdiciado en acciones de las cuales no tengo conciencia de haber aprovechado bien el tiempo” Es por ello que mi  intención es hacer ver una estrategia que nos ayudará a aprovechar mejor nuestro tiempo para que podamos establecer un orden y podamos fijar nuestras prioridades sobres esas acciones que realizamos durante el día y en la semana.
            Con la organización semanal de nuestras metas prioritarias, la planificación se convierte en una función de adaptación diaria. Así, podremos dar relevancia a actividades originales y responder a acontecimientos y experiencias imprevistas de situaciones las cuales tenemos que vivir. Simplemente echando un vistazo a nuestros roles, podremos priorizar diariamente nuestras actividades, guiándonos por una especie de intuición interna, donde siempre pondremos “primero lo primero”.
           Intentemos concebir el tiempo como un recurso y no como una limitación; planificarlo y adaptarlo a nuestras necesidades es el objetivo de nuestro programa diario. Cuando la organización de nuestro propio tiempo se convierte en una actividad fluida, descubrimos como aumenta nuestra capacidad de reacción ante los imprevistos, y encontraremos el equilibrio que buscamos. Para ello hay que comprender su naturaleza, asimilarlo como algo que está de nuestro lado y al que tenemos que adaptarnos con la máxima eficacia y confianza. Cuando nuestra relación con el tiempo no es buena, somos capaces de generarnos angustias, ansiedades, estrés y muchos otros problemas de salud. Una gran parte de los estilos de cómo emplear nuestro tiempo en nuestra vida, tiene cada vez más en común, su utilización diaria.  Estos factores dan la sensación de falta de tiempo para todo lo que queremos o tenemos que hacer, vivir, disfrutar, etc. Las prisas, el llegar tarde, la aceleración, son elementos de nuestra forma de vivir. Las implicaciones que se derivan de ello a nivel de calidad de vida, son tales que creemos interesante parar y ser conscientes por unos momentos de reflexionar sobre nuestro tiempo. De cómo empleemos el tiempo depende en gran medida nuestra satisfacción, felicidad y relación con nuestro entorno. Existe una frase muy conocida que dice: “El tiempo es oro” o ¿Tienes un minuto? A las cuales respondemos: “Para mí son pocas las horas del día” Normalmente vivimos como millonarios de tiempo, aunque desgraciadamente no sabemos cuidarlo ni aprovecharlo, sin embargo, si el tiempo fuese oro, podríamos perderlo, puesto que el tiempo es vida y nunca sabremos cuanto nos queda.

Meditación: Las tres cosas más difíciles de esta vida son: guardar un secreto, perdonar un agravio y aprovechar el tiempo.

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