Siempre nuestras vidas están limitadas
por acontecimientos: ya sea por amor, despecho, pérdida de un ser querido,
fracasos, soledad, o cualquiera situación que nos la doblegue de forma que nos
sintamos preocupados. Todas las pérdidas tienen un significado importante en
nuestro desarrollo vital, puesto que cada beneficio requiere un sacrificio y
toda ganancia de alguna forma, llega a tener un costo.
Así
decimos que la fragmentación en la que vivimos actualmente tienen unos lazos
sociales que fomentan unos sentimientos de soledad. Pensemos, que no estamos
solos, sino que nos sentimos solos. Mirándolo desde un punto de vista social,
cada cosa que pasa, pasará y es bueno que pase, pues al fin y al cabo
aprenderemos de ella. De este modo mientras transcurre, nos confirma lo
transitorio de la vida, así como todo lo que en ella acontece. Pensemos que
nada es eterno, y es bueno que así sea, pues la comodidad, paraliza la
creatividad y los mecanismos de supervivencia.
El
resultado más importante de esta fragmentación, son los lazos sociales
relativos a nuestros sentimientos de soledad. Si, a veces se trata de una
soledad forzada que actualmente cada individuo es el responsable directo de sus
lazos sociales. Por tanto si aceptamos el cambio que limita nuestras vidas,
también debemos aceptar que es adecuado perder para ganar.
”Estar
solo” es algo que se aprende. Como sabemos, uno aprende a estar solo, a
soportar ese sentimiento de soledad y también a aprovecharlo de buena manera.
La capacidad de estar solo constituye un síntoma de madurez de por sí, aunque esta
capacidad tiene por fundamento la experiencia de estar a solas en presencia de
alguien.
Pensemos
que nuestros límites de soledad no suelen ser absolutos, casi siempre se manifiestan
de forma parcial o temporal. Casi todo el mundo tiene su pequeña soledad, sólo
que unos luchan por vencerla, otros la ignoran y unos pocos se hunden en ella. Cualquiera
puede soportar limitar su experiencia vivida a través de la soledad en un momento
dado, aunque lo más frecuente es que uno se resista a ella. ¡Intentemos
vencerla y sobrepasarla!
En
general adquirir ese límite de soledad implica haber salido de los
requerimientos del mundo de las fantasías. Por otra parte, hay personas que
tienen muchas relaciones sociales, que frecuentan a sus semejantes, pero, sin
embargo, se sienten terriblemente solas. Lo que produce ese tipo de aislamiento
consiste en estar en compañía de uno mismo. Por tanto todos necesitamos
comunicarnos, abrirnos a los demás, sentirnos acompañados de otros, querer y
ser querido. Cuando la soledad se apodera de uno, se suma a un aislamiento que
genera tristeza. Pensemos siempre, que uno no puede escaparse de su soledad, no
puede salir de sí mismo, ni de su situación.
Todo
ello puede acarrearnos depresiones graves. Y si las fuerzas decaen y se pierde
toda esperanza, a veces adoptamos soluciones extremas como el suicidio, siendo
esta la forma más trágica que la vida nos pone sus límites.
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