viernes, 19 de septiembre de 2014

El temor a la soledad.

            La soledad, salvo excepciones, es una experiencia indeseada, similar a la depresión y la ansiedad. Es distinta del aislamiento social, y refleja una percepción del individuo respecto a su red de relaciones sociales, bien porque esta red sea escasa o porque la relación es insatisfactoria o demasiado superficial. La soledad es nuestro mayor freno ante muchas situaciones de la vida, dejando a partes los golpes, como la muerte de un ser querido, una separación de pareja o una enfermedad grave, etc. El resto de las depresiones nacen de nuestra soledad.
            En esa categoría entra la soledad al abandono y a la pérdida. ¡Evitemos entrar en ella! Piensa que si le temes, te hará daño cuando esa pérdida suceda. Será diferente y posiblemente tengas otros recursos, puesto que la vida nos muestra situaciones para un  nuevo desarrollo personal, ya que la soledad está relacionada con la capacidad de la persona para manifestar sus sentimientos y opiniones.
            Aunque muchas personas pueden en ocasiones sentirse solas, el temor a la soledad es un estado que requiere ser atendido para evitar sufrimientos. Ese temor es contraproducente en aquellos casos en los cuales una persona está inmersa en una relación destructiva, dado que no le permite salir de la situación en la cual se encuentra por la simple razón de no quedarse sola. Ese temor hace que nos sintamos incapaces de soltar una relación que no funciona, por mucho que estemos sufriendo con ella.
           Todo esto nos lleva a idealizar al otro. Es como una forma de autoengaño para así a nivel interior tener una justificación de, por qué seguimos a su lado. En estos casos predomina usar la razón, puesto que al igual que en la naturaleza no hay veneno sin antídoto, en la vida humana no hay problema sin solución, y  todo radica en encontrarla. Casi siempre es tan evidente que cuando esa relación no tiene sentido, no deberíamos esforzarnos en mantenerla como quisiéramos que fuera y no como es en realidad. Esto nos ayudaría a tener algún argumento con sentido delante de las demás personas, que no van a entender que sigamos a su lado.     
            El temor a la soledad es una de los síntomas que caracteriza a los dependientes emocionales. Éstos, suelen ser personas con muy baja autoestima, tendencia al nerviosismo y a la depresión. Y posiblemente también, cuente en su historial con una carencia afectiva desde su infancia, a veces crónica y sostenida a través del tiempo, aunque no es necesario que se den situaciones de maltrato infantil o negligencias graves.
             Suelen estar acostumbrados a tener ideas propias y personales, ya que esa sensación de abandono y desprotección les ha hecho muy independientes e incapaces de desenvolverse en su vida cotidiana.       Otra de las características del dependiente emocional persiste en la intención de encontrar una pareja e intentar por todos los medios solucionar el problema, en vez de desistir o desarrollar otro tipo de conducta, como hostilidad hacia el entorno. Persistentemente suelen continuar en la búsqueda del otro,  manteniendo el deseo de terminar con esa carencia afectiva.
 
Meditación: Sin un corazón lleno de amor y unas manos generosas, es imposible curar a un ser humano de su soledad.

 

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