Las necesidad son propias de todo
organismo vivo, consiste en una sensación provocada por la idea de que nos
falta algo ya sea a nivel material, orgánico o sentimental. Se trata de unos de
los componentes fundamentales de la vida, no sólo de los humanos, sino de las
demás especies. No nos percatamos de que
la capacidad de las personas más fuertes interiormente es la de tener bastante
con lo que la vida nos trae y nos quita, y en eso reside a veces la clave de la
felicidad.
A
veces cuando nos referimos a necesidad emocionales nos referirnos a aquellas
cosas que una persona considera que le son vitales para sentirse a gusto
consigo mismo y con su entorno; estas necesidades varían con la edad y con las
características propias de cada uno, y en muchos casos suelen responder a
ciertos trastornos emocionales.
En
estos casos podríamos preguntarnos: ¿por qué como sociedad no podemos curarnos
de la esa enfermedad emocional? Sólo decir que la misma sociedad, con sus
valores equivocados a veces, es la que produce el malestar emocional. La gente
no se da cuenta, pero la presión que nos imponemos todos, a veces es bestial.
Queremos tener todas las cualidades; ser guapos, inteligentes, cultos,
ordenados, eficientes tener muchos amigos… y en muchos casos, si no se cumplen
una sola cosa ¡nos ponemos a temblar!
Siempre
estamos necesitados de algo. Cuando nadie nos ofrece el hombro, nuestra cabeza
busca otra salida; la aprobación, y en esos casos deseamos encontrar
desesperadamente que alguien nos diga algún cumplido, o quizás aquello que
deseamos que nos digan. Pero no sirve cualquier persona, debe ser alguien a
quien consideremos superior o al menos igual a ti, alguien a quien admires y nos
considere en una escala superior a nuestro parecer.
El
hecho de llegar a comprender de lo que tenemos es lo suficiente, es como una
capacidad que poseen las personas fuertes. Interiormente tenemos bastante con lo que la vida nos trae y nos quita.
Podríamos decir, que en la renuncia está la fortaleza. En cambio, la enfermedad
de nuestro siglo en la continua necesidad, creyendo que necesitamos más y más
para ser feliz.
A
pesar de ello siempre estamos esperando algo que necesitamos. Pero conforme
pasa el tiempo, las exigencias para que se cumplan esas funciones van en
aumento hasta que nos volvemos adictos a todas las necesidades sociales.
Llegamos a perder los límites, de los cuales no debemos pasar y nos volvemos
propensos a cometer todos aquellos actos que en un principio creemos que nos
son indispensables para vivir.
Así
nos pasamos la mayor parte de nuestra vida, buscando la felicidad en los
lugares equivocados, sin pensar que aquello que necesitamos para hacernos
felices, es posible que la encontremos en los lugares más sencillos. Pensemos
siempre que Dios nos puso la felicidad en lugares cercanos, pero quizás no nos
demos cuenta. Nunca estamos contentos y siempre necesitamos más. El no admitir
que lo que tenemos es justamente lo que necesitamos, es la causa de nuestros
sufrimientos.
Cuando
queremos cosas que no tenemos y no podemos conseguirlas, no aceptamos las
situaciones difíciles presentes, no valoramos lo que tenemos y nos quejamos
continuamente, llegando el momento en que la vida nos lo quite y sufrimos más
por tener eso que no nos agrada tener. Entonces es el momento en que perdemos
hasta lo que necesitamos.
Meditación:
Vivimos en una época en la cual las cosas innecesarias son nuestra única
necesidad.
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