sábado, 13 de septiembre de 2014

Siempre necesitamos más.

           Las necesidad son propias de todo organismo vivo, consiste en una sensación provocada por la idea de que nos falta algo ya sea a nivel material, orgánico o sentimental. Se trata de unos de los componentes fundamentales de la vida, no sólo de los humanos, sino de las demás especies.  No nos percatamos de que la capacidad de las personas más fuertes interiormente es la de tener bastante con lo que la vida nos trae y nos quita, y en eso reside a veces la clave de la felicidad.
            A veces cuando nos referimos a necesidad emocionales nos referirnos a aquellas cosas que una persona considera que le son vitales para sentirse a gusto consigo mismo y con su entorno; estas necesidades varían con la edad y con las características propias de cada uno, y en muchos casos suelen responder a ciertos trastornos emocionales.
            En estos casos podríamos preguntarnos: ¿por qué como sociedad no podemos curarnos de la esa enfermedad emocional? Sólo decir que la misma sociedad, con sus valores equivocados a veces, es la que produce el malestar emocional. La gente no se da cuenta, pero la presión que nos imponemos todos, a veces es bestial. Queremos tener todas las cualidades; ser guapos, inteligentes, cultos, ordenados, eficientes tener muchos amigos… y en muchos casos, si no se cumplen una sola cosa ¡nos ponemos a temblar!
            Siempre estamos necesitados de algo. Cuando nadie nos ofrece el hombro, nuestra cabeza busca otra salida; la aprobación, y en esos casos deseamos encontrar desesperadamente que alguien nos diga algún cumplido, o quizás aquello que deseamos que nos digan. Pero no sirve cualquier persona, debe ser alguien a quien consideremos superior o al menos igual a ti, alguien a quien admires y nos considere en una escala superior a nuestro parecer.
            El hecho de llegar a comprender de lo que tenemos es lo suficiente, es como una capacidad que poseen las personas fuertes. Interiormente tenemos bastante con  lo que la vida nos trae y nos quita. Podríamos decir, que en la renuncia está la fortaleza. En cambio, la enfermedad de nuestro siglo en la continua necesidad, creyendo que necesitamos más y más para ser feliz.
            A pesar de ello siempre estamos esperando algo que necesitamos. Pero conforme pasa el tiempo, las exigencias para que se cumplan esas funciones van en aumento hasta que nos volvemos adictos a todas las necesidades sociales. Llegamos a perder los límites, de los cuales no debemos pasar y nos volvemos propensos a cometer todos aquellos actos que en un principio creemos que nos son indispensables para vivir.
            Así nos pasamos la mayor parte de nuestra vida, buscando la felicidad en los lugares equivocados, sin pensar que aquello que necesitamos para hacernos felices, es posible que la encontremos en los lugares más sencillos. Pensemos siempre que Dios nos puso la felicidad en lugares cercanos, pero quizás no nos demos cuenta. Nunca estamos contentos y siempre necesitamos más. El no admitir que lo que tenemos es justamente lo que necesitamos, es la causa de nuestros sufrimientos.
             Cuando queremos cosas que no tenemos y no podemos conseguirlas, no aceptamos las situaciones difíciles presentes, no valoramos lo que tenemos y nos quejamos continuamente, llegando el momento en que la vida nos lo quite y sufrimos más por tener eso que no nos agrada tener. Entonces es el momento en que perdemos hasta lo que necesitamos.
 
Meditación: Vivimos en una época en la cual las cosas innecesarias son nuestra única necesidad.

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