Confiar es una cualidad fundamental del
ser humano, común en todas las culturas. Es como una actitud que concierne al
futuro, en la medida en que este futuro dependa de las acciones de otro. En
ciertos momentos en nuestra vida, se nos pasa por la mente la pregunta de ¿por
qué nos sentimos como nos sentimos?, ¿por qué esa inseguridad que
padecemos? Desde nuestros primeros años,
van surgiendo poco a poco el sentido de identidad y dependiendo de las
circunstancias emocionales, así vamos
afianzando nuestra confianza.
Pero
¿cómo infundirnos confianza? Esta es una facultad que empieza a gestarse
durante nuestros primeros años, y en los vínculos que vamos estableciendo con
los adultos de nuestro entorno.
Siempre
decimos que, “debemos tener confianza en uno mismo”. Las personas que confían
en sí mismos creen en sus habilidades, sienten que tienen control sobre sus
vidas y creen en definitiva que son capaces de hacer lo que piensan y esperan.
Es
un caminar basado en el apoyo y en el acompañamiento efectivo que tendrá como
futuro esa una persona que crecerá con confianza en sí misma y en los demás.
Muchos factores están relacionados con un adecuado desarrollo de este aspecto.
Todo ello promueve una actitud de los sentimientos positivos y confianza en uno
mismo. La clave para generar sentido de confianza en uno mismo y en los demás,
es el desarrollo de nuestra identidad personal. Si los mensajes que recibimos
son del tipo: ¡Qué torpe eres! o ¡No sea vago! Incorporaremos en nuestro
interior un sentido de desconfianza. De esta forma al tener dudas acerca de
nuestro potencial de seguridad, nos
sentiremos inseguros en nuestras relaciones con los demás, que, a su vez,
también carecerá el sentido de desconfianza.
Por
eso la falta de confianza en sí mismo no necesariamente se relaciona con falta
de habilidad. Más bien es el resultado de centrarse en expectativas poco
realistas y en los estándares de los demás. De nada puede servir menospreciar
el valor de los demás sólo por el hecho de nuestra propia insatisfacción, al
llegar a reconocer que entre el amor hacia nosotros y el de los demás puede
fluir el cristalino manantial de confianza que emerge esa fuerza inagotable de
nuestro interior.
La
confianza es un camino que hay que recorrer de por vida, y su reflejo se
observa tanto en los asuntos privados como en las cosas comunes que diariamente
nos afectan. Aprender a tener confianza implica trabajar para adquirir un auto
dominio a toda prueba, para ello es de suma importancia la visualización y la
relajación; esto nos permitirá tanto expulsar lo negativo como recibir lo
positivo.
En
definitiva el aprender a creer en uno mismo es necesario que aprendamos a
describir el sentido de la vida y a comunicarnos mejor con los demás.
Meditación:
La confianza es como un jarrón cuando se rompe, por más que lo pegues nunca
quedará igual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario