sábado, 27 de septiembre de 2014

Ser generoso.

             Si lo pensamos bien, es fácil ser generoso con quien nos gusta o nos interesa. Pero la verdadera generosidad brilla con todo su esplendor cuando la dedicamos a alguien que, simplemente la necesita, aunque no nos una vínculo o compromiso especial. No deberíamos subestimar esos pequeños gestos de cumplido y amabilidad. Aunque reconocerlos de otra persona no signifique mucho para ti. Puede ser realmente importante incluso aunque no le conozca, e incluso a que no esté acostumbrado a ser tratado con determinados cumplidos.     Un gesto simple y atento puede recordarte que aún existen en este mundo personas que se acuerdan de ti, a pesar de no conocerlas.
            Pero cuando nos preguntamos: ¿Qué es la generosidad? Podríamos decir: es pensar y actuar hacia los demás. En esta época en que vivimos, cuando los valores supremos de la comodidad, el éxito personal y la riqueza material, la generosidad parece ser lo único que verdaderamente vale la pena en esta vida 
            Es como un don especial, que alguien “dirige” hacia ti, a través de una balanza emocional. Siempre es relativamente sencillo ser generoso con las personas que nos gusta, o con las personas con la que queremos crear un vínculo. Y todavía más fácil es ser generoso con aquellos que nos interesan. Pero no es fácil practicar la generosidad con alguien con quien no se tiene ningún vínculo ni compromiso. Alguien a quien apenas conocemos, pero que sabemos que simplemente, lo necesita, aunque no lo agradezca.
           Una de las propiedades de la generosidad es la apreciación del valor de lo que poseemos. A veces, la dificultad estriba en no saber identificar adecuadamente nuestras posesiones o nuestras posibilidades. Enseguida acudimos a frases del tipo “ya hace mucho tiempo…” “no quiero que…” “no vaya a creerse que…” etc., cuando muchas veces el problema no está en la capacidad, en el tiempo o en el saber hacer, sino en la falta de confianza de nuestras posibilidades o en la falta de apreciación de lo que realmente uno  es capaz de hacer.
            Desgraciadamente apreciamos en nuestra sociedad de manera inconsciente, la comodidad, el dinero, y la imagen como los valores supremos dentro de las virtudes que todo ciudadano moderno deseamos tener. La generosidad comprendamos que no consiste en dar todo lo que tenemos. No se limita solo a lo material. Hay mucho en nosotros que podemos dar; por ejemplo: nuestro talento, nuestro conocimientos o cualquier gesto amable, como por ejemplo: repetirle cada vez que te despidas de él: “por favor, cuídate” o “sé feliz”. Así es como la generosidad deja de ser una actitud y sólo afecta a una única parcela. Ese sentimiento agradable que experimentas al compartirlo  se extiende por nuestro ser.
             La generosidad, como anteriormente decía, no es únicamente por nada material ni por intención. Podemos dar nuestros consejos, nuestros conocimientos, nuestro afecto, etc. Pero sea lo que sea, cuando damos algo, siempre debe ser con la intención de no recibir nada a cambio. En determinado casos pensemos que podemos ser generosos solo con el aprecio a los demás
 
Meditación: El desprecio es un placer que dura solo un día; la generosidad es un sentimiento que te puede hacer feliz eternamente.

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