Si lo pensamos bien, es fácil ser
generoso con quien nos gusta o nos interesa. Pero la verdadera generosidad
brilla con todo su esplendor cuando la dedicamos a alguien que, simplemente la
necesita, aunque no nos una vínculo o compromiso especial. No deberíamos
subestimar esos pequeños gestos de cumplido y amabilidad. Aunque reconocerlos
de otra persona no signifique mucho para ti. Puede ser realmente importante
incluso aunque no le conozca, e incluso a que no esté acostumbrado a ser
tratado con determinados cumplidos. Un gesto simple y atento puede recordarte
que aún existen en este mundo personas que se acuerdan de ti, a pesar de no
conocerlas.
Pero
cuando nos preguntamos: ¿Qué es la generosidad? Podríamos decir: es pensar y
actuar hacia los demás. En esta época en que vivimos, cuando los valores
supremos de la comodidad, el éxito personal y la riqueza material, la
generosidad parece ser lo único que verdaderamente vale la pena en esta vida
Es
como un don especial, que alguien “dirige” hacia ti, a través de una balanza
emocional. Siempre es relativamente sencillo ser generoso con las personas que
nos gusta, o con las personas con la que queremos crear un vínculo. Y todavía
más fácil es ser generoso con aquellos que nos interesan. Pero no es fácil
practicar la generosidad con alguien con quien no se tiene ningún vínculo ni
compromiso. Alguien a quien apenas conocemos, pero que sabemos que simplemente,
lo necesita, aunque no lo agradezca.
Una
de las propiedades de la generosidad es la apreciación del valor de lo que
poseemos. A veces, la dificultad estriba en no saber identificar adecuadamente
nuestras posesiones o nuestras posibilidades. Enseguida acudimos a frases del
tipo “ya hace mucho tiempo…” “no quiero que…” “no vaya a creerse que…” etc.,
cuando muchas veces el problema no está en la capacidad, en el tiempo o en el
saber hacer, sino en la falta de confianza de nuestras posibilidades o en la
falta de apreciación de lo que realmente uno es capaz de hacer.
Desgraciadamente
apreciamos en nuestra sociedad de manera inconsciente, la comodidad, el dinero,
y la imagen como los valores supremos dentro de las virtudes que todo ciudadano
moderno deseamos tener. La generosidad comprendamos que no consiste en dar todo
lo que tenemos. No se limita solo a lo material. Hay mucho en nosotros que
podemos dar; por ejemplo: nuestro talento, nuestro conocimientos o cualquier
gesto amable, como por ejemplo: repetirle cada vez que te despidas de él: “por
favor, cuídate” o “sé feliz”. Así es como la generosidad deja de ser una actitud
y sólo afecta a una única parcela. Ese sentimiento agradable que experimentas
al compartirlo se extiende por nuestro
ser.
La
generosidad, como anteriormente decía, no es únicamente por nada material ni
por intención. Podemos dar nuestros consejos, nuestros conocimientos, nuestro
afecto, etc. Pero sea lo que sea, cuando damos algo, siempre debe ser con la
intención de no recibir nada a cambio. En determinado casos pensemos que
podemos ser generosos solo con el aprecio a los demás
Meditación:
El desprecio es un placer que dura solo un día; la generosidad es un
sentimiento que te puede hacer feliz eternamente.
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