Desgraciadamente hoy las prisas es un estilo de vida. Parece que el que
tiene más cosas que hacer es el más importante, o al menos eso da a entender.
Al parecer corremos como si pretendiésemos ganarle algo a alguien. Hemos nacido
en la época de las prisas y de las aceleraciones. Quizás las prisas tengan
mucho que ver con ese carácter competitivo que nos puede estar haciendo perder
oportunidades y experiencias.
La verdadera naturaleza
nos enseña que cada proceso tiene su tiempo y su ritmo. A veces esperar es lo más
acertado, como hace la naturaleza. La verdadera libertad se basa en el
autocontrol, que nos permite fluir sin que las impaciencias y las destrucciones
nos desvíen del presente. Es cierto que nos hemos adaptado a las exigentes demandas
del tiempo en que actualmente vivimos, y esto no es que esté “bien o mal”; de
alguna forma muchos hasta disfrutan de este modo de vida. Otros, aunque se
quejan de no tener tiempo para nada, no pueden dejar de hacer todas las cosas
que hacen por distintas razones.
¡Quién se controla a sí
mismo, puede alcanzarlo todo!, afirma una teoría china. La clave de esta teoría
está en actuar como la naturaleza nos lo tiene implantado, sin apresurarse ni
retrasarse, es decir en consonancia con cada proceso y armonizando lo interior
con lo exterior. Hoy la sociedad de consumo estimula la gratificación inmediata
de nuestros deseos e invita por tanto a la impaciencia, aunque si lo pensamos
bien una vida plena requiere aprender a demorar las gratificaciones
En realidad, podemos
decir que las prisas no son necesarias, pero es un estilo de vida, que hemos
adoptado, entre otras cosas, por la inseguridad que tenemos en nosotros mismos,
por esa falta de confianza en nuestras habilidades creativas. Debido a estas
consecuencias, no es fácil que el mundo de hoy, que continuamente nos apremia a
apresurarnos, nos presione para “ganar tiempo”, como si el tiempo fuera una
carrera a la que hemos venido a competir. Sólo se apura el que no va a llegar o
tener. Y si uno cree que no vas a llegar, cuando sientas que no has llegado: me
pregunto ¿A dónde queremos llegar exactamente? ¿Nos hemos preguntado alguna vez,
si realmente estamos llegando adonde queremos
ir? ¿O será que las prisas no nos dejan ver justamente que estamos llegando
adonde anhelamos? ¡Todos es un dilema
¿Qué es lo que más nos
gustaría hacer? En verdad; a veces nos ponemos en dudas, pero en realidad, solo
nos gustaría vivir esta vida que por más que tratemos de entender, cada vez se
nos vuelve más complicada. Sencillamente, deberíamos sonreír por todo lo que tenemos, porque así nos daríamos cuenta de que muchas
cosas, las tenemos a nuestro alcance, aunque ni las vemos ni las apreciamos
Cuanto más a fondo
vivamos en el presente, más brilla la vida a través de nosotros. El pasado y el
futuro son olas que sistemáticamente emergen en el mar de la mente. ¿Cuál es la
cuestión, “vivir de prisa o vivir lento” Vivamos el momento y tomémoslo tal
cual como si fuera un “amante con pasión”
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