Un fracaso, una traición o por el
contrario, una felicidad plena; algunos acontecimientos se nos quedan marcados
en la memoria hasta el punto de convertirse en infranqueables. Sin embargo,
necesitamos seguir nuestro camino si no queremos quedarnos estancados en una
situación estéril.
Nadie
está exento de cometer errores, ya que todo no lo sabemos, pero una cosa si es
importante, es que de ellos debemos aprender para que no se vuelva a repetir. Cada
vez que fallamos debemos de recapacitar y preguntarnos ¿Por qué? Esta pregunta
nos ayudará a identificar por qué sucedió y nos reconfortará, evitando que
suceda nuevamente, lo cual si no se hace va en perjuicio nuestro.
Somos
seres enraizados en la memoria y las emociones; los acontecimientos nos tocan,
nos marcan y nos transforman para siempre. Sean con o sin nuestro
consentimiento. A lo largo de nuestra vida, también suceden que algunos
episodios vitales provocan una especie de “parón visual” que nos imposibilita
seguir adelante y ejercen un límite infranqueable en nuestro interior.
Todo
esto afecta a nuestra vida, hasta el punto, de perder oportunidades que no se
presentarán jamás y se perderán por actuar de forma precipitada y sin
recapacitar.
Si
un acontecimiento se opone a nuestros esquemas nos descoloca, nos incomoda e
incluso, se manifiesta en nuestro interior, como algo doloroso e insoportable.
Lo que sucede entonces es que no podemos ni superarlo, ni aceptarlo, ni
renunciar a ello. Y debo reconocer que no estoy hablando de grandes traumas.
Dicha
incapacidad de dejar el pasado en su sitio se debe a nuestra impronta cultural,
que cree obstinadamente que hay que borrar las huellas a través del perpetuo
silencio. Sin embargo, esta situación se nos convierte en un “fantasma” que nos
persigue, aunque pensamos que no. De esta forma recapacitar, es aceptar esa
página escrita leída y releía una y otra
vez, tratando de darle un sentido nuevo que nos permita invertir en el
presente.
Cuantas
veces se nos presentan conflictos que, dificultan e incluso pueden llegar a
romper unas relaciones que ya han sido establecida en nuestra vida, pero
generalmente estas discrepancias están
ligadas a situaciones en las que consideramos que tenemos “razón” acerca de una
cuestión determinada, y además pensamos que la otra parte no sólo está
equivocada, sino que además debería aceptar que estamos en los cierto y
reconocer su error.
Por
eso debemos de buscar el conocimiento de nuestro ser, llenándolo de sabiduría e
inteligencia, la cual nos capacitará para tener una vida de triunfos sin
fracasos, actuando conforme a los propósito realmente verdaderos y no a
aquellos que en un tiempo fueron equivocados, ya que quizás sean los
responsables de que fallemos una y otra vez.
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