Que duda cabe que para superar los
contratiempos, debemos tener confianza en uno mismo y estar íntimamente unido a
pasar a una acción inmediata. La confianza y la acción se retroalimentan. Por
eso si confiamos en nosotros mismos, nos atrevemos a actuar para ir en la
dirección que deseemos.
Sin
embargo, pasar a la acción no siempre es sinónimo de éxito: a veces nos
esforzamos, actuamos, y aún así las
cosas no nos salen bien. Por ello, más que juzgarnos por nuestros éxitos o
nuestros fracasos, nuestra autoestima se debe cimentar por los hechos de
confianza en nuestra valía personal, más allá de los resultados. Así sin perder
la lucidez, ni llegar a la tozudez ciega, no debemos de perder la confianza
ante cada intento fallido, sino que tenemos que perseverar para alcanzar
nuestras metas.
Sí,
es una situación tan complicada como la actual, en la que la crisis nos dibuja
un futuro poco o nada halagüeño, marcado por la incertidumbre y en la cual
todos somos conscientes de que hay gente a nuestro alrededor que afrontan
situaciones muy difíciles; de esta forma, es fácil que el miedo nos paralice.
Sin embargo, es precisamente la forma de actuar para llegar y lograr vencer esas sensaciones de impotencia
y darnos cuenta de que intentar incidir en nuestro futuro es mejor que
rendirnos al fatalismo y quedarnos de brazos cruzados.
En
verdad hablar de pensamientos positivos “con la que está cayendo” puede parecer
incluso una broma de mal gusto. Y, sin embargo, sólo si mantenemos una dosis de
optimismo, quizás podremos cambiar las cosas, podremos avanzar, ya sea a nivel
colectivo o individual. Para no desanimarnos, es importante no tirar la toalla
al primer intento, ir paso a paso, marcándonos objetivos asequibles y que nos
vayan acercando a nuestras metas.
Debemos
sacarnos el miedo de encima y actuar. No se trata de obviarlo, ni de no tomar conciencia
de las dificultades ni de los problemas, ni de creer que podemos lograrlo sólo
con proponérnoslo, sino de sobrepasar ese temor, asumiéndolo, y confiar en que,
si lo intentamos, si nos esforzamos, las cosas pueden ir a mejor.
En
muchos casos iniciar una terapia no significa “estar loco” sencillamente es
aceptar y reconocer que nos enfrentamos a unos contratiempos que la vida nos ha
presentado, los cuales no somos capaces de resolver por nosotros mismos y
necesitamos el consejo, una ayuda profesional o simplemente alguien que desee y
sepa escucharnos, al mismo tiempo de guiarnos en la búsqueda de una solución determinada.
Siempre
las sobrecargas de tareas que todo vivimos y las dificultades que afrontamos
son un lógico desencadenante del estrés. Pero confiar más en nuestra capacidad,
para solucionar los contratiempos y en que las cosas acabarán saliendo bien, sin
dudas, nos ayudarán a aliviarnos. Ganar confianzas en nosotros mismos nos
vuelve más resolutivos, animándonos a actuar y siempre nos ayudará a reducir el
agotador y limitante exceso del estrés.
Meditación:
Es más fácil dar consejos que sufrir con fortaleza los contratiempos.
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