Tendríamos que empezar diciendo que,
nadie cambia si no lo quieres así. El origen de dicho concepto está en el miedo.
El miedo al temor del futuro, nos hace acumular presiones para evitar la
angustia de pensar que el “mañana” no será tal como lo deseamos. “Lo que tengo
ahora tampoco lo disfruto”. De esta forma actuamos guardando lo que tenemos
aunque nunca lo vayas a usar.
Cada
vez que iniciamos el deseo de modificar algo de nosotros o de nuestra vida
nunca acaba de convencernos. Muchos se rechazan a sí mismo porque encuentran
algo de ellos que no les gusta y deciden en ese justo momento cambiarlo. Es posible que no se sientan satisfechos consigo mismo. Lo
que realmente debemos es estar seguros, es que pase lo que pase en el transcurso de un tiempo, si
estamos concentrados en mejorar, en cumplir un objetivo que nos hayamos
autoimpuesto, tendremos mucho más posibilidades de triunfar, puesto que nuestro
ánimo se encuentra en una actitud positiva.
También
es justo considerar la actitud de nuestra autoestima, la cual esté condicionada
al éxito, puesto que ella será uno de los requisitos indispensables para
conseguir esos estados de mejoras que todos anhelamos. Es natural que queramos
mejorar y superar esas dificultades que tanto nos acosan, pero para ello es
necesario sentirse bien con nosotros mismos.
Todos
los objetivos que nos propongamos dependerán de nuestro propio interés. Si
ponemos el foco fuera de nosotros, perderemos el tiempo, además de esa energía
positiva, que es necesaria para conseguir la mejora. Pensemos siempre que solo
podremos controlar lo que está en nuestras manos; el resto, por mucho que lo
intentemos, permanecerá en un círculo de influencias en el cual no nos movemos.
Si te centras en lo que hacen los demás, sufriremos una tremenda frustración al
no poder conseguir lo que los demás consiguen, y además perderemos la
oportunidad de mejorar en lo que sí tratamos de pretender. Unos de los
sentimientos que nos condicionan es la preocupación a conseguir esa mejora, Por
tanto no debemos confundir la preocupación, con hacer planes para el futuro;
sólo es de verdadera preocupación cuando de alguna manera nos encontramos
inmovilizados por algo que de antemano sebemos que nos pueda pasar en el
futuro.
Esta
preocupación la llevamos en nuestra cultura. Casi todos los seres humanos
pierden un tiempo enorme en preocuparse en lo propuesto, quizás no nos sirva
para nada, ya que ni un solo minuto de preocupación puede mejorar el futuro que
nos proponemos. Este es un aspecto que deberíamos tener en cuanta, ya que nos
hace desperdiciar muchos momentos presentes en comportamientos que no le
brindamos retribuciones positivas. La preocupación sólo nos sirve para agregar un
estrés innecesario a nuestra vida, evitando conseguir aquellas mejoras que nos
proponemos.
Recordemos
siempre que lo perfecto es objetivo de “imposible”, y que nuestra meta está en
la mejora sencilla y paulatina, no en la mejora total y definitiva. Aceptemos
que no somos perfectos, y empezaremos a mejorar más cada pequeño avance, cada éxito y sobre todo en cada aprendizaje.
Interesante cuestion, la verdad con muchos matices. Creo que debemos tener un equilibrio entre el hecho de reconocernos como personas imperfectas y la necesidad de querernos a nosotros mismos. Desde ahi, los cambios pueden llegar, si y solo si, nos autoconvencemos de su necesidad pues, si nos vienen desde fuera, es dudosa su eficacia. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario.- Saludos cordiales.-
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