domingo, 31 de marzo de 2013

La seducción II.

             Aunque ya dije algo en el artículo anterior. ¡Hay, qué palabra más emotiva! ¡Cuánto encierra! La seducción es como un juego erótico; algunos lo consideran como un auténtico arte. Sencillamente esto sucede cuando un miembro de la pareja hace las delicias del otro.  Normalmente cuando pensamos en la seducción, nos viene a la cabeza una forma de conquista dirigida a obtener una recompensa sentimental o sexual, lo cierto es que este término es mucho más amplio. Por eso, hay quienes brillan por donde pasan sin proponérselo, sin segundas intenciones. Aunque en su versión positiva, la personalidad seductora es la de alguien encantador, fascinante, atrayente, en definitiva una persona que ilusiona y que te motiva para hacer algo en beneficio mutuo, o incluso sólo en su propio beneficio.
            Debemos de considerar que no es posible seducir a alguien ante quien pasamos desapercibidos. Tenemos necesariamente que captar su atención, haciendo una llamada de atención hacia su persona, de la forma que sea. Esta llamada de atención suele ser más eficaz siempre que funcione precisamente sin que el destinatario sea consciente de ello, siempre utilizando todos los recursos que tengamos a nuestro alcance.
            Uno de los conceptos que debemos tener en cuenta es nuestra autoestima y la valoración que hacemos de la información que podamos transmitir, junto a la confianza que podamos dar, todo ello es fundamental para resultar ser una persona seductora, consiguiendo de esa manera, los mayores resultado de seducción.
            Mantener la pasión y el deseo precisa una seducción consciente y sostenida. Además hay que ofrecer autoestima. Cuando tenemos la necesidad de afecto podemos buscar que nuestra pareja nos satisfaga.
            Uno de los conceptos más importantes es, aceptar al otro; nunca abrir un frente que termine con la relación, y siempre mostrar una seguridad que haga que nuestra pareja, encuentre siempre una completa aceptación en sus deseos.
Considerar las cualidades que hacen brillar al otro como algo positivo, es un bien preciado del que podemos disfrutar en primera persona, siendo imprescindible aceptar y alabar sus cualidades y atractivos. De lo contrario estaremos sometidos a un constante tormento de celos que no conduciría a nada bueno.
            Por último sólo decir que las capacidades de seducción son innatas en cada persona, y a veces también adquiridas fruto éstas últimas del cultivo y el aprendizaje, puesto que cada persona posee una determinada “dote instrumental”, que es inalterable dentro de su personalidad.

Meditación: El poder de seducir no es para todos, hay que saber donde se toca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario