En determinados casos, aunque un hombre y una mujer deseen lo mismo, pueden elegir caminos equivocados. A veces un detalle buscado para intensificar un encuentro lo desbarata
Así es la vida y así es el juego del amor. Buscamos modos de seducción en cuanto podemos. Y es que la seducción es una conducta refinada, que manejamos consciente o inconscientemente para llevar al otro a nuestro terreno.
A todas las mujeres les gusta escuchar palabras bonitas susurradas. A veces estamos intrigados con el misterio de esa capacidad invasiva que provoca una cierta alteración sentimental y a la que, precisamente por eso, le va muy bien dicha metáfora: “un seducido es cautivado, sucumbe, se rinde; un seductor ataca, desarma, conquista, arrasa”
Una seductora es una “bomba” Hay quien seduce sin pretenderlo y otros nunca se atreverían a mostrarse atractivos, pero en general la seducción es intencionada y está al alcance de todos.
Cualquier persona mentalmente saludable puede resultar atractiva. Ciertamente, los hay guapos y feos, pero lo importante no es lo que el cuerpo es, sino lo que el cuerpo hace.
De esto se desprende que cualquiera puede seducir si conoce sus puntos fuertes y maneja unas ciertas técnicas que hagan visible su atractivo físico.
Siempre es una buena estrategia no desvelar del todo lo que uno es, hace o piensa. Guardar un cierto misterio sobre la vida y dejar el otro que imagine lo que se oculta; siempre funciona bien, porque el seducido también acepta el juego y disfruta llenando con su imaginación esos espacios que no se representan.
Meditación: Lo que seduce nunca suele estar donde se piensa.
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