miércoles, 3 de abril de 2013

Vivir en pareja I.

            Qué duda cabe que la convivencia de pareja es realmente difícil. Pues imaginémonos si decidimos ir a vivir a su casa. Debemos tener en cuenta muchos elementos, cómo, sus cosas, su territorio, sus hijos, etc. Realmente de lo que tratamos es de convertir ese hábitat común en espacio a gusto para  los dos.
            A pesar de la propiedad del inmueble, toda convivencia pasa por unas reglas básicas. La más especial y primordial es “tratarse con cariño” especialmente cuando las cosas van saliendo mal. Debemos usar la palabra con gentileza, sabiendo que nuestras intenciones ni son inocentes ni se las debe llevar el viento; hablarle al otro con amabilidad aun cuando estemos teniendo una conversación difícil.
            Algo que tanto hombres como mujeres solemos olvidar o desconocer es el poder que tiene el reconocimiento. Esa falta genera grandes distancias en la pareja. A veces, basta con un reconocimiento a tiempo para cambiar el estado de ánimo en un instante.
            La antigua historia en que la pareja se enamoraba, soñaban con una casa común, eso ya no está en uso. Hoy en día es más habitual encontrar parejas de distintas duraciones que no siempre viven en un espacio netamente neutro. Ahora bien si hemos decididos vivir allí y estar convencido, debemos dejar que nuestros pensamientos no nos tiendan “trampas”. Es conveniente poner unas normas iniciales, pero ¿cuáles y cómo hacerlas? Las normas han de ser consensuadas antes de convivir, y después, todas las veces que haga falta. En realidad la pareja es un equipo que trabaja unido por un bien común.
            Tenemos que hacer “nuestra la casa” pero ¿cómo lograrlo? Incorporando nuestros objetos personales y mezclándolos con los suyos para convertirlos en una propiedad común. Nada fácil aunque Uds. crean lo contrario. No se trata de que el hombre ceda sintiendo que le invaden, ni que la mujer ceda sintiéndose rechazada, sino de construir juntos un nuevo espacio conjunto.
            Por eso en momentos de cambio, seamos pacientes con nosotros mismos, evitemos querer tenerlo todo claro desde el primer día y estemos siempre abiertos al diálogo, pues los cambios pueden ser momentos de crisis o de oportunidades. Todo depende de la actitud y la confianza que entre ambos compartamos.  

 Meditación: ¡Para que nada te separe, que no te una nada!

No hay comentarios:

Publicar un comentario