domingo, 28 de octubre de 2012

Los cumpleaños.

           Los años no pasan en vano y poco a poco van dejando huella en nuestra personalidad y en nuestras vidas. Sea como sea, está claro que cuando llegamos a cierta edad comenzamos a hacer un historial de los acontecimientos pasados o de lo que nos hubiera gustado vivir, y a menudo encontramos insatisfacción o pesadumbre por la tarea sin cumplir o por las metas sin conseguir.
            A pesar de que vayamos cumpliendo años, nunca es tarde para plantearse un cambio, siempre teniendo en cuenta la posibilidad de perder algo que ya tenemos, para poder ganar algo que no hemos tenido hasta ahora. También debemos tener claro que el cambio que vamos a realizar nos suponga un beneficio realmente satisfactorio. A menudo las fantasías de una vida ideal nos hacen confundirnos, creyendo que nos gustaría muchísimo tener “tal cosa” y al conseguirla resulta que ya no es tan importante y que la habíamos idealizado demasiado. Para la mayoría de las personas, el cumpleaños número veinte o treinta puede pasar inadvertido. Pero los cuarenta, los cincuenta, o incluso los sesenta, son otra historia: hay cumpleaños significativos” que pueden producir trastornos en el ánimo de ciertas personas. Sobre todo cuando empieza a aparecer ese “fatídico dígito”, que inicia la nueva década. Estuvimos acostumbrados durante diez años a verlo cada año avanzar y no queríamos darnos cuenta de que irremediablemente llegaría el día en que nuestra propia vida lo cambiaría sin compasión. De nada sirve que tratemos de “irnos hacia atrás”, puesto que la vida siempre camina hacia adelante. 
            Sin embargo, no todo es negativo. Los cumpleaños significativos hacen que las personas reflexionen sobre el envejecimiento y comiencen a cuidarse más. A menudo deciden dejar de fumar, comenzar una dieta o iniciar un programa de ejercicios, cambios positivos que también son útiles para combatir la sensación de abatimiento.
            Escribamos nuevos objetivos y nuevas aspiraciones para el próximo cumpleaños. Lo anterior ayuda a sentir que el actual no marca el fin sino el comienzo. Y por último, dejemos de pensar y empecemos a actuar, pues la vida continúa puesto que “el reloj sigue avanzando”.
             Un años más de vida significa que Dios aún nos tiene aquí presente, con alguna misión por cumplir, con alguna tarea para ayudar al hermano o al amigo olvidado que nos necesita. Seamos como niños cada día y aceptemos las cosas como cuando éramos aquellos pequeñines ingenuos que no veíamos ni el paso de los años ni el precio de los regalos y es más, ni siquiera sabíamos el valor de las cosas.
           
Meditación: La edad no son los años que se tienen,  es la forma de vivirlos.
                

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