Si hay un lugar en que las inquietudes deberían expresarse libremente y donde las dudas se acumulan sin remedio, ése es, el de las relaciones amorosas.
Si la imaginación ha formado siempre parte del amor, parece que hoy en día hemos pasado de las ensoñaciones románticas a las visiones amenazadoras de la separación de la pareja.
Actualmente en otras culturas, y hasta no hace muchos años en las nuestras, el matrimonio se iniciaba para no acabar hasta que lo interrumpiera la muerte de uno de los cónyuges. Por lo tanto, ambas partes estaban predispuestas a ceder, soportar y condescender. Probablemente hoy, en nuestra cultura, la conciencia de que si algo no funciona en la pareja ésta puede romperse.
Llevando esto a cualquier desavenencia o inconveniente, en lugar de restarles importancia a esas situaciones o en vez de buscar soluciones, lo que se consigue es incrementar la desconfianza en la fortaleza de la relación. ¿Entonces, ¿es más difícil conjugar amor y ligereza?
No, siempre que aprendamos a reconocer haciendo qué demos demasiadas vueltas y vueltas a la relación.
“Sin dudas, nuestras inseguridades afectan al funcionamiento de la pareja” Estado por el cual, la falta de afecto que no es tal, temores a infidelidades que no existen, quejas por falta de atención que se deben a una necesidad desmedida de la misma, basada, no cabe duda en la insatisfacción personal.
Una persona insegura puede llegar a enloquecer a su pareja y a enrarecer el clima de la relación, llevándola a una situación insostenible que hará necesario incluso consultar a un profesional para poder hacer que el camino vuelva de nuevo y si fuera posible a replantearse.
Probablemente la persona insegura necesita ayuda para poder plantearse el estar en pareja de una forma estable.
Meditación: El verdadero amigo es aquel que a pesar de saber cómo eres te aprecia.
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