sábado, 19 de noviembre de 2011

El amor

             El amor se entiende, como una emoción sublime que nos hace mejores; un sentimiento apasionado y romántico; algo que solo es verdadero si es recíproco y feliz.
            Pero no siempre es así. Amar es algo paradójico y cambiante, glorioso pero complejo, y no por eso deja de ser verdadero.      No se ama igual en todos los momentos, ni a todos lo que se amó. No nos entregamos del mismo modo a los amores juveniles que a los que aparecen en la madurez. El amor no es ideal como nos cuenta el cine. Siendo el sentimiento más deseado, se llega a querer con desánimo y con tristeza; se puede amar con ganas y sin fe. Hasta es posible querer sin apreciar, dicho más duramente, se puede amar a quien no se valora.
            Admirar a quien se quiere es una suerte, pero el amor no se elige, y hay quien ama sin admiración, pero con cariño, aceptando lo que se tiene, aunque no sea maravilloso, conformándose a pesar de que falte algo que hubiera sido  necesario para ser reconocido como verdadero amor.
            ¿Por qué duran esos amores desiguales? Quizás porque la nostalgia son cara y cruz de la moneda, y cuando la desilusión es tan grande, se convierte en añoranza que a veces recompone el idilio.
            Un amor, aunque esté deteriorado, vale mucho; y también vale mucho aunque no sea de primera clase. Con el paso del tiempo, los que conservan una relación son afortunados y los que la perdieron, pero encontraron otra, también.
            En ambos casos debemos cuidar lo que se tiene. Por eso, ese “amor menos brillante” siempre tiene sentido y merece la pena. Porque una persona que no es maravillosa, si es amada, puede ofrecer momentos maravillosos.


                         Meditación: El amor es como las estrellas, nunca llegas a ellas.

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