Nunca pensemos
que las lágrimas sean un símbolo de incapacidad, ni de tristeza. Dios las puso
en el ser humano sin pensar ni en hombre ni en mujer. Siempre he manifestado que las lágrimas no lloradas
duelen profundamente, por tanto dejémoslas que fluyan; ellas ablandarán nuestro
corazón. El acto de llorar es universal no tienen idiomas ni razas, todos
deberíamos llorar, no nos empeñemos en callar nuestro corazón. Nuestras lágrimas
son las palabras de nuestros sentimientos. Siempre he pensado que llorar en un
gran misterio para mí. Pero siempre cuando en momentos de soledad han corrido
por mis mejillas algunas lágrimas me siento fortalecido. ¡No sé por qué! Por eso, nunca intentemos almacenar lágrimas
en nuestro corazón, puesto que acabarán llenándonos de desesperanza y de
impotencia.
Todos en mayor o
menor grado hemos pasado alguna vez por la sensación de tener el “corazón
roto”. Es sencillamente la experiencia de haber perdido algo importante que
representaba en nuestra vida. ¿Cuántas veces nuestros ojos se llenan de
lágrimas sólo al recordar aquella persona con la cual durante toda tu vida
conviviste? Incluso se puede llegar a sentir que se nos parte el corazón con la
pérdida de una amistad muy querida. Ante esto, existe ese dicho famoso que nos
dice: “la vida está llena de encuentros fortuitos”, aunque nadie nos habla de
aquellos desencuentros que a veces nos rompen el alma.
Lo cierto es,
que si por algunas circunstancias nos preguntan: ¿Tú has llorado? ¿Estás
llorando?, seguro respondemos. ¡No, no! No lo neguemos. Llorar es una de las
acciones que generalmente evitamos mostrar en público. Sin embargo derramar
lágrimas a veces ayuda a liberar esos sentimientos que nos atenazan en nuestro
interior y no encontramos forma alguna de liberarlos. En cierto modo aquellos
que se atreven a mostrar su tristeza y lloran, suele mantener un mayor
equilibrio emocional, ante aquel que se reprime y “se tragan sus lágrimas” como
suele decirse. Siempre se ha dicho que las personas que no tienen miedo a
llorar se sienten mucho más libres, puesto que son capaces de expresar sus
propios sentimientos ante los convencionalismo sociales.
No nos sintamos
minimizados al contemplar que se nos escapa alguna lágrima al evocar algún
recuerdo emotivo, puesto que es posible que a veces sea necesario para entender
algunas emociones que no somos capaces de comprender. Por eso pensemos siempre
que el llanto desahoga nuestros sentimientos y al mismo tiempo nos tranquiliza
psicológicamente, llegando incluso ante nuestro subconsciente a entender
“cosas” que no veíamos antes o que nos resistíamos a ver. No todas las personas
pueden llorar profundamente, a éstas les cuesta tener contacto con lo que
sienten. Así cuando controlamos demasiado nuestras emociones, decimos que
tenemos el “corazón roto” de tristeza, amargura, desilusión, vacío, etc.
Comprendamos que la vida no consiste en recordar aquello que vivimos con
nostalgia, ni tampoco nos aferremos, pensando que todo lo bueno volverá a
llegar, sólo es necesario que nuestras vidas en el momento actual, sepamos
vivirla con auténtica pasión, aunque para ello sea necesario derramar alguna
lágrima.
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